Jan 01
¡Regresar a Jesús!
¡El segundo domingo de Adviento sitúa a su precursor, Juan Bautista, en el centro de la vida de Jesús! En el texto evangélico (Mt 3,1-12), Juan estaba en el desierto bautizando. De hecho, en el centro de la acción de Juan Bautista estaba la invitación a la conversión, cuyo signo inicial era el bautismo en el río Jordán: "los habitantes de Jerusalén, de toda Judea y de todos los lugares alrededor del río venían al encuentro de Juan. Confesaban sus pecados y Juan los bautizaba en el río Jordán”.

Además de bautizar, Juan también ejerció la actividad profética de denunciar las injusticias de su tiempo: «una raza de serpientes venenosas» les dijo a los fariseos y saduceos que tenían hermosos discursos, pero una práctica corrupta. «Producid frutos que demuestren vuestra conversión» porque las palabras no bastan! Al bautizar e invitar a las personas a una vida nueva, Juan el Bautista preparaba el camino para “el que vendrá después de mí”.

¡En el corazón de este domingo está la invitación a convertir nuestros comportamientos! ¿Qué debemos cambiar? ¿Qué actitudes no concuerdan con el evangelio y la vida? ¿Qué negaciones necesitan ser transformados en aceptación? El profeta Isaías, en la Primera Lectura (11,1-10), compara la vida nueva, fruto del cambio, con "el lobo y el cordero vivirán juntos". Donde parece que no hay posibilidad de conciliación, en Dios, ¡todo nace de nuevo!

¡El secreto, como aprendimos del Bautista, está en Jesucristo! El Papa Francisco nos recuerda con insistencia: “una Iglesia que no lleva a Jesús es una Iglesia muerta” y esto requiere más fe y esperanza en la vida que “en nuestras reglas, en nuestro comportamiento eclesiástico, en nuestros clericalismos”.
Concluimos, rezando junto al poeta Benjamín González Buelta:
En ti todo está dicho,
aunque solamente sorbo a sorbo
vamos librando tu misterio.
En ti estamos todos
aunque solamente nombre a nombre
vamos siendo tu cuerpo.
En ti todo resucitó
aunque solamente muerte muerte
vamos acogiendo al futuro
y en cada uno de nosotros
continuas creciendo hoy
hasta que cada nombre,
raza, arcilla, credo,
culmine tu estatura.

P. Maicon