Oh glorioso San José, tú que obedeciste fielmente la ley de Dios, tu corazón fue traspasado al ver la Preciosa Sangre que fue derramada por el Salvador Niño durante su circuncisión, pero el nombre de Jesús te dio nueva vida y te llenó de una silenciosa alegría. Por ese dolor y alegría, obtén para nosotros la gracia de ser liberados de todo pecado durante la vida, y morir gozosos con el santo nombre de Jesús en nuestros corazones y en nuestros labios. Amén.
- San Pedro Julián Eymard