
Apr 19
Sábado Santo y el Silencio de Maria

La Iglesia tiene la costumbre de dedicar el día de reposo a la devoción a Nuestra Señora.
La razón de esta devoción se debe a que la Virgen María fue la única persona que permaneció firme, en su fé, esperando la resurrección.
Ese Sábado Santo fue el día en que Nuestra Señora se quedó sola en oración, sin tener la presencia física de Jesús a su lado, y por eso, ese día fue considerado el Sábado de la soledad, el desierto, la muerte y el duelo. Fue el día en que María Santísima lloró y sufrió por la ausencia de su Hijo.
El sábado Santo solo Nuestra Señora, en toda la Tierra, personificó a la Iglesia Católica, porque, como nos dicen los Evangelios, después de la muerte de Cristo, los Apóstoles, los Discípulos y las Santas Mujeres vacilaron en la fe, se olvidaron de las promesas de Cristo y se encerraron en sus casas por temor a ser perseguidos.
En ese Sábado Santo, o mejor dicho, desde el Viernes Santo, Nuestra Señora no dudó, en ningún momento, en la firmeza de la fe. Se mantuvo firme en la certeza de que, siendo Dios, Cristo resucitaría el domingo, anunciando un nuevo amanecer. La Virgen María siguió meditando, en silencio y abandono, esperando que amanecieran los primeros rayos de la resurrección del Señor.
P. Gianfranco