Jesús Divino Maestro, te doy gracias y bendigo tu corazón lleno de amor por la institución del Sacerdocio.
Tú envías a los Sacerdotes como el padre te envió a ti. Y les has confiado los tesoros de tu doctrina, de tu ley, de tu gracia y el cuidado de tu propio pueblo. Haz que yo los ame, los escuche y me deje guiar por ellos en tus caminos.
Envía buenos obreros a tu viña. Que todos los sacerdotes sean sal que purifica y preserva, la luz del mundo, ciudad situada en lo alto, que estén modelados a tu imagen y que su gozo sea el gran número de personas conducidas a Ti.
Amén
(Beato Santiago Alberione)