Novena a Santa Rita de Casia

Conocemos la vida de santa Rita, pero es necesario durante estos días profundizar en su espiritualidad, para que nuestra devoción a la santa no se reduzca a pedirle que interceda por nosotros, sino que nos muestre el camino que hemos de seguir para vivir las exigencias de nuestra vocación cristiana en el estado de vida en que nos encontremos.

La Palabra de Cristo habite en nosotros abundantemente, enseñándonos y exhortándonos unos a otros con toda sabiduría, con salmos, himnos y cánticos espirituales, cantando y dando gracias a Dios en nuestros corazones. Amén


(Reflexión para cada día de la novena)


Oración de los fieles para todos los días:


Oremos a nuestro Padre que esta en los cielos, por medio de su Hijo Jesucristo, para que con el impulso del Espíritu Santo aprendamos a confiar en él en todos los acontecimientos de nuestra vida. Amén


Día primero

Reflexión: La mujer fuerte.


Dice Santo Padre Juan Pablo II: "Hija espiritual de san Agustín, puso en práctica sus enseñanzas a pesar de no tener muchos conocimientos ni leer sus libros. La recomendación que hace el santo a las mujeres consagradas de seguir al Cordero donde vaya y de contemplar con los ojos interiores las llagas del crucificado, las cicatrices del resucitado, la sangre del que muere.... todo en la balanza del amor (Cf. San Agustín, De Santa Virginitate 52, 54-55), fue cumplida literalmente por Rita. La lección de la santa se concentra en estos puntos típicos de su espiritualidad: el ofrecimiento del perdón, la aceptación del sufrimiento, no en forma de resignación o como fruto de la debilidad femenina, sino como fuerza del amor hacia Cristo. Verdaderamente santa Rita es la mujer fuerte, la virgen prudente de que habla la Escritura (Cf Pr 3 1, 10ss; Mt 25, 1ss); ella nos indica, en todos los estados de la vida, y no con palabras sino con hechos, cuál es el camino de la auténtica santidad como seguimiento fiel a Cristo hasta la cruz".


Estas palabras del Papa nos animan a mirar a santa Rita como modelo a seguir en nuestra vida diaria, y nos sirven para comprender las exigencias de la vocación a la que hemos sido llamados.


Día segundo

Reflexión: La ley del perdón.


El primer fruto de la redención es la ley del perdón. Gracias a la muerte de Cristo, todos nuestros pecados han sido perdonados, hemos obtenido la salvación. Cristo desde la cruz nos enseña que esta salvación va unida a la necesidad de perdonar también nosotros.


En la biografía de Rita aparece nítidamente el cumplimiento fiel de esta ley evangélica. Rita, ante el asesinato de su marido, elige el camino del perdón. Si pensamos en lo que siente su corazón de esposa y madre, podemos valorar y medir la grandeza de su actitud frente a los asesinos de su marido. Rita perdona, y perdona de corazón.


La tradición cuenta su reacción al tener delante de si el cadáver de su esposo y contemplar en la cara de sus hijos las señales del odio y el deseo de venganza. Rita pide a Dios la muerte de sus hijos antes que el rencor destroce para siempre sus vidas. Es el comportamiento heroico de una madre cristiana. Su instinto materno le hace desear que sus hijos vivan, pero ante el peligro de que pierdan la vida eterna, pide a Dios que se los lleve. El perdón a los enemigos y el profundo amor a sus hijos se funden en un corazón que tiene entrañas de misericordia para con todos, y que solamente desea que el amor de Dios llene las vidas de todos los hombres. Puedes decir con sinceridad y verdad: perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden?


Día tercero

Reflexión: Bienaventurados los que trabajan por la paz.


La ciudad de Casia, en tiempos de santa Rita, era una ciudad dividida, llena de rivalidades, con divisiones muy profundas entre las familias. El asesinato del marido de Rita fue fruto de esa situación.


El perdón de Rita a sus enemigos no se quedó en pura teoría, sino que pasó a la acción. Rita trabajó incansablemente para sembrar la paz y la concordia en las familias rivales de Casia; a su entrada en el monasterio ya había conseguido la reconciliación.


Rita, que sufrió tanto por las riñas y discordias entre seres queridos, nos puede repetir hoy las Palabras de san Agustín: "Ama la paz, ten paz, posee la paz, conquista a cuantos puedas para que posean la paz. ¡Qué bien es amar la paz! Es decir, el poseerla. Tened paz, hermanos. Si queréis atraer a los demás hacia ella, sed los primeros en poseerla y retenerla. Arda en vosotros lo que poseéis, para encender a los demás" (San Agustín, Sermo 357, 2- 30).


Día cuarto

Reflexión: El ideal religioso de santa Rita: sólo Dios.


Sabemos cómo santa Rita fue modelo de comportamiento en todos los estados de su vida. Rita entra en el monasterio de agustinas de Casia y allí continúa, con la ayuda de la gracia, su obra de santificación. Su primer biógrafo no pudo hacer un elogio más breve y más hermoso de este periodo de su vida; nos dice: "perseveró durante 40 años en el servicio a Dios con amor". Esta sencilla frase expresa con claridad su fidelidad total al ideal de vida religiosa que abrazó.


La fuerza del pensamiento Agustiniano lleva a la santa a vivir dedicada por entero a Dios. Rita dará ejemplo a sus hermanas por el fiel cumplimiento de la obediencia, por su espíritu de oración y sacrificio, pero sobre todo por su entera consagración a las cosas de Dios.


Lo que sabemos de su vida nos ayuda a comprender su progreso en la virtud, su unión cada día más estrecha con Cristo. Ella, y también nosotros, como firme propósito, podemos repetir la frase de san Agustín: "A ti sólo amo, a ti sólo busco, a ti sólo estoy dispuesto a servir" (Soliloquios 1, 1).


Día quinto

Reflexión: El verdadero amor cristiano.


Rita entiende el amor cristiano al estilo de Agustín: "Amar a Dios sin ningún deseo de recompensa". No desear nada de Dios sino a Dios mismo. Entregarse a él por entero y difundir ese amor a los demás sin esperar nada a cambio.


Muchas veces, cuando nosotros acudimos a santa Rita es para que ella interceda ante el Señor y nosotros podamos obtener la gracia que creemos necesitar. La llamamos "la santa de los imposibles". Sin embargo, al reflexionar sobre su manera de amar, comprendemos que el verdadero amor no espera nada, que la auténtica oración cristiana es más alabanza y acción de gracias que petición.


Santa Rita nos enseña en qué consiste el verdadero amor cristiano: dar sin pedir nada a cambio. Alabar y bendecir a Dios porque nos ama es la forma mis pura de la caridad, infundida por el Espíritu en el corazón de los santos, y la fuente del amor al prójimo.


Día sexto

Reflexión: Una espina de Cristo.


Personas estigmatizadas han existido siempre y, aunque la naturaleza de los estigmas no sea siempre de fácil explicación, su origen es bastante evidente. Proceden casi siempre de un amor intenso a la pasión de Cristo.


Rita fue una santa estigmatizada porque llevó las señales de la pasión de Cristo. La estigmatización fue el punto culminante de su vida mística. El llevar en la frente una espina de la corona de Cristo fue uno de los rasgos de su vida que más impresionó a las personas que la conocieron.


Los estigmas son, en primer lugar, un hecho interior, espiritual; son una herida de amor. El amor de Rita a Cristo, coronado de espinas y crucificado, hace que aparezca en su frente un a de las espinas de la corona de Cristo. Rita recibe una espina, y el intenso dolor que le produce aparece visiblemente reflejado en su frente. Rita llevó la espina durante 15 años como un sello de amor.


Al meditar en esta escena de la vida de Rita comprendemos el valor redentor de la pasión de Cristo y valoramos la estrecha unión que existe entre muerte y resurrección. Rita, con su estigma, nos enseña a meditar y contemplar el misterio pascual, y a fundamentar nuestra esperanza, sabiendo que si somos hijos, también seremos herederos; herederos de Dios y coherederos de Cristo, ya que sufrimos con él para ser, también con él, glorificados (Rm 8, 17).


Día séptimo

Reflexión: Camino de humildad.


La fama de santidad de santa Rita era notória. Su experiencia mística y su participación intensa y prolongada en la pasión de Cristo era evidente. A pesar de todo ello, Rita nunca se creyó perfecta: siempre hubo en ella un deseo de mejorar, de avanzar en la perfección, de recorrer día a día el camino que lleva a la unión con el Señor, a través de la práctica de la virtud de la humildad.


Rita, siguiendo la doctrina de San Agustín, aprende que la humildad es el fundamento de todas las virtudes, el único camino recto para llegar a la santidad: "Cuantas veces me preguntes sobre los preceptos de la vida cristiana, no te responderé otra cosa sino humildad, aunque la necesidad me obligase tal vez a decir otras" (San Agustín, Epist. 118, 22).


Uno de los rasgos de la humildad cristiana es reconocer lo que somos en realidad, es decir, frágiles y pecadores. Otro es confesar la grandeza y el amor de Dios, a quien debemos todo lo que de bueno existe en nosotros. Rita, que vive en humildad y sufrimiento, en obediencia y servicio a los demás, crece en santidad y nos enseña la manera de progresar en la virtud: caminar en humildad.


Día octavo

Reflexión: Nuestra confianza en el Señor.


El conocimiento de la propia imperfección no lleva al desánimo ni a la tristeza. Lleva, más bien, al abandono en Dios y al empeño por acelerar el paso. Nuestra santa nos estimula, con su ejemplo, a lo uno y a lo otro. Rita experimentó la eficacia de abandonarse en Dios; estaba convencida de que la caridad, la humildad y la paz son inseparables. Ella nos exhorta a proseguir con gran empeño por el camino de la perfección, poniendo toda nuestra confianza en el Señor. San Agustín, hablando a sus fieles, que quería ver siempre más dignos de Cristo, les exhorta así: "que te desagrade esto que eres ahora si quieres llegar a lo que todavía no eres. Cuando te has complacido de ti mismo, te has parado; si has dicho basta, estás perdido. Camina siempre, progresa siempre: no te pares por el camino, no vuelvas para atrás, no te desvíes... Es mejor un cojo en el camino que un corredor fuera de él" (Sermo 169, 18). Rita ha visto que estas palabras nos enseñan a fiarnos de Dios para que se cumplan en nosotros sus designios divinos, que son siempre designios de misericordia. Ella lo experimentó en todos los acontecimientos, hasta en los más dramáticos de su vida. Sabe por experiencia que vivimos seguros sólo si en todo nos fiamos de Dios y avanzamos por el camino de la santificación y colaboramos en la santificación de nuestros hermanos.


Día noveno

Reflexión: La alegría en el servicio de Dios.


Dos son las razones que corroboran esta actitud en la vida de Rita: la primera es que la alegría es un componente inseparable de la santidad cristiana; la segunda es que Rita ha recibido de Dios la misión de hacerla florecer en el corazón y en los labios de sus devotos.


Santa Rita nos enseña la manera de dar el perdón pronto y generoso; la alegría de la paz buscada como bien supremo, del amor fraterno intenso y sincero, de la fe plena y filial en Dios. Santa Rita nos enseña la dicha profunda que nace de la cruz, llevada con Cristo y por Cristo.


Los prodigios que Dios realiza por su intercesión poderosa son un signo y una enseñanza: un signo de que él está presente en medio de su pueblo, que peregrina hacia la patria celeste; una enseñanza, para imitar la virtud de santa Rita y aprender el mensaje de servicio que se desprende de su vida.


Oración Final


Dios todopoderoso, que te dignaste conceder a santa Rita tanta gracia, que amase a sus enemigos y llevase en su corazón y en su frente las señales del amor y pasión de tu Hijo; concédenos, por la intercesión y méritos de la santa, de tal manera perdonar a nuestros enemigos y venerar los dolores de la pasión de tu Hijo, que consigamos los premios prometidos a los humildes y atribulados. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.