
Apr 04
¡Las heridas son la identidad de Jesús!

Cuando nos preguntan quiénes somos, una de las formas de probarlo es un documento de identidad! Jesús, en el Evangelio de hoy (Lc 24, 35-48) se apareció a los discípulos resucitado y les presentó su identidad, por lo que nadie podía desconfiar de su identidad: ¡las heridas de los clavos en sus manos y pies!
¡La identidad de Jesús son sus manos y pies heridos! ¡Jesús es el Crucificado-Resucitado, no son dos diferentes, no un cuerpo y un alma, sino un Jesús entero, plenamente vivo, con las marcas de los clavos, con las heridas y los dramas de la crucifixión! El Evangelio de Lucas fue escrito en un momento de gran persecución contra los cristianos y la insistencia en que las llagas es una forma de animar a los que también estaban siendo perseguidos en este contexto: “¡seréis testigos de todo esto!”. En el sufrimiento de los primeros cristianos está también la identidad de Jesús, ¡las mismas heridas que sufrió Jesús!
¡Es importante esa marca en las manos y los pies! Cuando miras las manos y los pies de una persona, ya puedes tener una primera impresión de su vida, sus sufrimientos, su trabajo duro y su cultura, su nacionalidad. ¡Nuestras manos y pies también llevan la marca de identidad!
¡A partir de la Pascua, de la Resurrección, nuestra vida tiene la marca, la identificación de Jesucristo! ¡Es un sello, una estampa en nuestra carne y en nuestras heridas! La Pascua es lo más importante que nos puede pasar en la vida, es el misterio y la alegría más desconcertante, porque las heridas ya no son sólo nuestras heridas, son parte de las heridas de Jesús. ¡Nuestro sufrimiento es participar del sufrimiento de Jesús con la esperanza de la Pascua, de la victoria de la vida!
Hoy es el día para, en silencio, mirar las llagas de Jesús y desde adentro encontrar sentido para estar de pie con nuestro dolor, desánimo, fatiga...
Hoy es el día de profundizar en las llagas de Jesús y dejar que él nos invite también: “¡Toca mis llagas, mira, soy yo mismo!” Y, después, dile también a Jesús: “¡Toca mis heridas, mira, son tan pequeñas comparadas con las tuyas y, al mismo tiempo, son tan parecidas a las tuyas!”.
P. Maicon