
May 20
Sean bendecidos los amigos!

Hice la experiencia que escribe el Cardenal Tolentino cuando propone una teología de la amistad: “amigo, por definición, es alguien que camina a nuestro lado, aunque nos separen miles de kilómetros o decenas de años. Lo lejos y la distancia quedan completamente relativizadas por la práctica de la amistad. De igual manera, el silencio y la palabra. Un amigo reúne estas condiciones que parecen paradójicas: es al mismo tiempo la persona a la que podemos contarle todo y es con quien podemos permanecer en silencio durante mucho tiempo, sin sentirnos incomodos”.
¡La amistad es la compañera de la caminada! ¡Los amigos no necesitan hablar todos los días, o estar siempre juntos! La amistad es saber que tenemos a alguien y eso es una medicina, es lo que cura! Tolentino subraya la teología para afirmar que toda amistad lleva una manifestación de Dios. Si nos adentramos en la Escritura, también es así: “Dios hablaba con Moisés cara a cara, como a un amigo” (Ex 33,11). ¡La autoridad de Moisés para organizar y liberar al pueblo está firmada en la amistad con Dios! ¡La libertad nace de la amistad! ¡Podríamos repasar Samuel, David y otras narraciones de amistad!
“Ya no os llamo siervos, sino amigos” es la relación que los discípulos establecieron con Jesús, quien expandió su presencia en la horizontalidad diaria de ellos.
El evangelio de hoy (Jn 15, 12-17) evidencia que después del mandamiento del amor que une a Dios, la amistad es ese amor “de afuera", al mismo nivel, sin superioridad, es esa otra parte del mandamiento nuevo regado de gratuidad y espontaneidad.
¡La amistad en nuestra era es urgente! ¡La soledad sofoca y enferma a mucha gente! El imaginario de las redes sociales nos hace pensar que tenemos muchos amigos, seguidores, ¡pero este es un hueco vacío y peligroso! La amistad no es virtualidad, no son números, más bien, la amistad es algo concreto, discreción, es dar un paso atrás, pero siempre es un "¡aquí estoy!", estés donde estés!
Hoy esta breve meditación es también una invitación a recordar y agradecer a Dios por nuestros amigos a través de sus nombres y sus historias, los que están cerca o lejos e incluso los que ya son parte de la eternidad!
P. Maicon