Jul 07
El profeta Oseas: ¡el amor nos salva a todos!
Unos 700 años antes de Jesús apareció en la tierra de Israel un profeta llamado Oseas. Hay un libro en la Biblia con 14 capítulos que habla de su actividad profética. Una experiencia personal, todavía muy discutida por los eruditos, es el matrimonio de Oseas y Gomer, que estuvo envuelto en misterio. Sin embargo, el tema del amor esponsal, de la alianza, es muy especial en este texto. Oseas profundizó en la idea de Dios como esposo y del pueblo de Israel, como su esposa. Por un lado, la fidelidad de Dios, por otro, la infidelidad del pueblo que buscaba a voluntad otros dioses. Para muchos estudiosos, fue la experiencia personal de la traición lo que hizo que Oseas se detuviera tanto en este mapa conceptual.
Esta semana, la primera lectura ha rescatado algunos pasajes del texto de Oseas, ¡que es de una finura y una belleza inmensa! Para los que les gusta la poesía, ¡es un plato lleno! Más aún hoy, el pasaje de la lectura es una invitación a contemplar el rostro amoroso de Dios. Cuando tenemos la tentación de volver a un Dios castigador, justo, que castiga el mal con severidad, es lindo leer-releer-releer lo que Dios habló en la voz de Oseas: “Yo los atraía hacia mí con los lazos del cariño, con las cadenas del amor. Yo fui para ellos como un padre, que estrecha a su creatura y se inclina hacia ella para darle de comer”.
¡Oseas habla de un Dios que atrae! ¡La atracción es ir hacia Él, acercándose! Es lo que Jesús, en el Evangelio de hoy (Mt 10,7-15), pide a los discípulos que comuniquen: "El Reino de Dios se ha acercado". ¡Dios nos une a Él con lazos hechos de libertad, de humanidad, de amor! Es cierto que podemos libremente desatarnos, ¡pero Dios siempre buscará ese movimiento de pertenecer a Él para siempre! Es hermosa la siguiente imagen: Dios nos toma en sus brazos, como a un niño, ¡nos da de comer! ¡Un Dios que se inclina, que se acerca mucho! ¡Son expresiones para orar sobre el amor de Dios!
Incluso ante el extremo del mal, la justicia de Dios viene de dentro de su amor, ¡no es impulso, no es venganza! Dios es un pedagogo por excelencia que ofrece itinerarios para una vida nueva, sobre todo, según el profeta, ¡para enseñarnos a amar!
P. Maicon