Nov 07
¡El camino de arrepentirse!
Santa Catalina de Génova, una conocida mística italiana, describió experiencias en las que Jesús se le apareció en visiones. Los registros siempre narran lo que parece ser una conversación entre buenos amigos. En uno de estos diálogos, Catalina habría preguntado: “Jesús, y con Judas, ¿qué pasó?”. La respuesta de Jesús es tremenda: "Si supieras lo que le hice a Judas...", dejando abierta la interpretación de que Judas habría vivido un profundo camino de arrepentimiento.

Este pequeño extracto plantea la pregunta de qué pasó, al final, con el gran traidor de Jesús. A diferencia de Dante, que en la Divina Comedia le dio a Judas uno de los peores lugares del Infierno, Catalina abrió el mapa del arrepentimiento.

En el Evangelio de hoy, Lc 17, 1-6, en diálogo con los discípulos, Jesús habla sobre la pedagogía del perdón, de la reconciliación, que es siempre inseparable de la fe: "Si tu hermano peca contra ti siete veces en un día, y viene siete veces, diciendo: 'Lo siento', debes perdonarlo". La única respuesta que los discípulos pudieron dar fue: “¡Señor, auméntanos la fe!”

De hecho, el perdón, la reconciliación, el cambio, el arrepentimiento pueden parecer irracionales. En medio de las tensiones, del conflicto, de la amenaza, cualquier intento de sugerir el arrepentimiento parece debilidad, y el “no dar el brazo a torcer” se convierte en un agujero sin fin. El evangelio apuesta por otro camino, que es propio de la gramática del creer, del salto de fe, que conduce a relaciones más sanas y maduras.

Por la fe está abierta la posibilidad del arrepentimiento de Judas, porque si somos capaces de gritar desde las cuatro esquinas que era un traidor, sólo Dios puede haber oído lo que pasó después de la traición. Hasta el último momento es posible volver atrás, cambiar de dirección, convertir comportamientos, estilos, gestos y palabras.

El camino hacia una nueva humanidad, hacia nuevas relaciones más pacíficas, pasa por el perdón y el arrepentimiento que, en esencia, es juntar los fragmentos, las partes desintegradas de nosotros mismos y moldearlos en la conciencia y el discernimiento en torno al amor. Es un camino que siempre está abierto, hasta el último minuto de vida, ¡pero puede empezar ahora!

P. Maicon