Jan 01
TU ROSRO BUSCO, SEÑOR
Dios intervino de manera especial en la historia de la humana, en la plenitud de los tiempos, por medio del Verbo encarnado, quien inauguró un Reino que no terminará jamás. Es una pequeña semilla que encierra una potencialidad infinita y pone de relieve la inconsistencia y fragilidad de todos los “grandes” proyectos humanos, destinados a desaparecer. San Pablo afirma claramente que Cristo es “la piedra”, símbolo de estabilidad y garantía de vida perenne. En el contexto de este lenguaje bíblico-simbólico, también el pasaje de Lucas que refiere la profecía de Jesús sobre el fin de Jerusalén adquiere una nueva riqueza de significado. La profecía de Cristo sobre Jerusalén se realiza continuamente en la historia de las naciones y en la historia de cada ser humano. Se realiza en la historia de la misma Iglesia, el nuevo Israel. Todo esfuerzo por mantener en pie construcciones que no tengan como fundamente a la “piedra angular” resultará completamente inútil.

Fray José Leyva
TU ROSRO BUSCO, SEÑOR