
Feb 14
¡De las cenizas al fuego!

¡Empezamos la cuaresma hoy! Este es un momento “favorable” para profundizar en quiénes somos y nuestras relaciones, con el fin de buscar una mayor fidelidad en el seguimiento de Jesús Resucitado y exigir conversión. En comunión con la Iglesia, madre y maestra, estamos invitados a traducir el compromiso del evangelio: “todos sois hermanos” (Mt 23,8),en ejercicios de Cuaresma:
1. ¡La Cuaresma es un tiempo para orar más! ¡La oración es un ejercicio para permitir que el Espíritu que vive dentro de nosotros crezca y expanda nuestras vidas! Orar es sumergirse en la vida de Dios, mirar la historia con los ojos de Dios y lo más difícil: ¡mirarse a sí mismo con los ojos de Dios! La oración es darse cuenta de “hacer menos” y permitir que Dios “haga más” en nosotros.
2. El ayuno es un acto de libertad, más que una norma, es una pedagogía, una madurez que hay que alcanzar. Por un lado, hay demasiada comida, por otro, falta. Entre la precariedad y el despilfarro está el camino de la conciencia. Ayunar es decir que somos más fuertes que nuestra voluntad. El ayuno amplía nuestra visión, creatividad y nos ayuda a ser más generosos. ¡Necesitamos aprender a ayunar de tantas cosas!
3. ¡La caridad es la escuela de la conciencia! El profeta Isaías (58:6) escribió: “¿No será este el ayuno que quiero: compartir el pan con el hambriento?” La verdadera caridad cuaresmal nos coloca al lado de quienes más sufren para escuchar, acoger sin juzgar, compartir, tocar y sanar sus heridas con el aceite de la compasión.
¡Al recibir las cenizas en nuestras cabezas, abrimos nuestro corazón al estilo de Dios! Desde el Miércoles de Ceniza hasta la Pascua de Resurrección, la invitación es a dejar que Dios nos transforme desde dentro, ayudándonos a vivir la amistad social como cultura del encuentro, siempre relacional, ¡para que todo arda en el amor!
P. Maicon