Jan 01
El que coma de este pan vivirá eternamente (Jn 6,51)
No nos hablan de frecuencia, si debe ser diariamente, semanalmente o de vez en cuando. Pero aquí entra la lógica a jugar. El pan, alimenta, nutre, sirve para mantenernos despiertos, saludables, etc. Lógicamente comemos todos los días. Si dejáramos de comer una semana, dos semanas, nuestro cuerpo seguramente presentaría dificultades y vendrían los problemas de salud. Con el pan que alimenta el alma funciona igual. Lo constatan las personas que van diariamente a misa, se sienten con más energía, con más paz, no se prenden como chispas ante alguna dificultad, están más tranquilas, etc. Naturalmente, esas almas tienen mejor “físico”. De hecho, hablando de eso, algunas personas van diariamente al gym (no tiene nada de malo) para cuidarse y sentirse bien. Otras, lo hacen de igual manera asisten a la sagrada Eucaristía para cuidar su alma y sentirse mejor, menos frustraciones, menos temores, menos preocupaciones. Asistir a misa diariamente es una terapia para el alma increíble. Querrás conocer más a Dios, lo amarás más, incrementará más tu fe y tu relación con el Señor. Tu perspectiva de vida cambiará y mucho. No todos podemos claro y es difícil por el trabajo, pero para Dios nada es posible, quizás una misa antes o después del trabajo, al medio día, una escapadita para saludar al Señor en su casa, en fin. Si te cuesta o te parece difícil, intenta ir al menos una vez durante la semana. Pídele a Dios, organízate, pregunta los horarios e inténtalo. No solucionará todos tus problemas, pero muchos si y te dará una nueva actitud para enfrentar los que queden.
Y no olvides que ir a misa todos los domingos, dedicarle un rato al Señor, es santificar las fiestas y es pecado mortal no hacerlo. Jesús está presente en la Eucaristía, imagínate que podría suceder si verdaderamente lo creyéramos.
Oremos: Mi Jesús Sacramentado, mi dulce amor y consuelo… quién te amara tanto que de amor por ti muriera.

CADG