Oh, Virgen Blanca de Toledo, mirad con tierno rostro y alegría a todos aquellos que imploran tu poderosa protección. Haznos sentir en tus brazos, protegidos y amados, no alejes tu mirada de nosotros y enséñanos que la verdadera felicidad está en ti, en tu Hijo nuestro Señor Jesús y en la vida eterna.
Amén