Yo, indigno hijo del Padre, en este final de los tiempos reclamo pertenecer al linaje de David, y por ser heredero del Reino de los Cielos y perteneciente al pueblo Santo de Israel, clamo desde el interior de mi corazón, la protección del Dios Vivo y sello mi mente, cuerpo y alma, familia, familiares y pertenencias a los pies de la Santa Cruz de Jesús.
Con el poder de su Sangre me cubro de toda amenaza a mi integridad tanto física como espiritual.
Reclamo ser hijo del Padre y por lo tanto digno de toda su protección; me escondo en la Llagas del Hijo, me unjo del poder del Espíritu Santo y me refugio en el lugar más seguro y cálido del mundo: el vientre de mi amada Madre, Reina de todo el Cielo.
Con el poder que todos ellos me confieren, soy sellado y protegido en este final de los tiempos, tanto yo como mis descendientes y por los lazos de sangre, quedan protegidos todos mis familiares; con esta oración somos sellados y protegidos.
El Ángel de la Justicia preservará nuestros hogares, porque como pueblo de Dios, seremos reconocidos ante la Justicia Divina. Nos refugiamos en las manos justicieras del Padre, dando nuestro Fiat a la Santísima Trinidad y esperamos, sellados y protegidos, que el León de la Tribu de Judá, venga a juzgar a las naciones.
Amén