
Mar 24
PARA MEDITAR

La Cuaresma nos sigue sorprendiendo con la grandeza de la Palabra, según la cual el encuentro con el Dios sanador y liberador brota del centro mismo de la persona y fuera de su territorio acostumbrado. Esta experiencia puede ser algo dolorosa, pero finalmente es reveladora del amor de Dios. A veces se nos presenta amarga y fatigosa, pero con la ayuda de los demás se desvela el misterio en nuestro favor.
Dejarse sanar más allá de los propios límites es descubrirse invocado por el “Tú” a la vez tantas veces invocado, pero que a veces solo se revela después de haber seguido muchas veces de largo o pasado junto a él sin reconocerlo. Quizás puede parecer paradójico el hecho de que sea necesario haberse desilusionado tantas veces o incluso, haber llegado al límite de la desesperación. En todo caso, es necesario liberarse o desprenderse todo previsible agarradero para terminar de rodillas ante un hallazgo divino, para caer vencido ante su acción salvífica.
P. Hector
Hospitalitos de la Fe