Mar 29
PARA MEDITAR
La Cuaresma nos pone en sintonía con un gran profeta, cuya vida e historia de amor nos revela que para Dios el destino del ser humano es el amor, la lealtad y la fidelidad. A través de sus palabras, descubrimos el interés del Señor por sus hijos, quien está en una encrucijada sobre qué hacer con nosotros. La salvación del ser humano afecta la existencia de Dios, su corazón y su honor. Naturalmente, esto no significa poner en duda, en modo alguno, que Dios es Dios y que el ser humano es su creatura.

Cuando en nuestro itinerario cuaresmal escuchamos que Dios quiere lealtad más que sacrificios, entendemos que el Señor no solo se preocupa por nosotros como nuestro Creador, sino que también está atento a mostrarse leal, compasivo y bondadoso. Esta revelación nos lleva a tomar conciencia de lo que significamos realmente para Él. Ante su presencia, estaremos como hijos acogidos y reconciliados porque, a pesar de todo, nuestros golpes de pecho tienen mucho que decirle sobre su misericordia.

P. Hector
Hospitalitos de la Fe