Apr 26
SEMILLA AGUSTINIANA
Mi Señor y Mi Dios. Mi salvador, mi liberador, mi sanador, mi luz, mi camino, mi única verdad, y mi sentido absoluto de mi vida, gracias por permitirnos a mí, a mi familia y seres queridos un nuevo día. No tengo nada que pague tu generosidad y tus bendiciones. Abro mi corazón para que me bendigas a mí y a los míos, a los buenos y a los no tan buenos, dentro de los cuales me cuento yo sinceramente. Aleja todo mal del cuerpo y del alma y únenos amorosamente en la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y danos la Fe de María para decir hoy y siempre: hágase siempre tu voluntad en nuestra vida. Amén

SEMILLA AGUSTINIANA
Qué significa: No me toques, pues aún no he subido a mi Padre? Si no podía tocarlo mientras permanecía en la tierra, ¿iba a poder tocarlo una vez sentado en el cielo? Es como si le hubiese dicho: «No me toques ahora; me tocarás entonces, cuando haya subido al Padre». Recuerden la lectura de ayer, según la cual el Señor se apareció a los discípulos, y pensaron estar viendo un espíritu. Él, queriendo sacarles de tal error, se prestó a que lo tocasen. ¿Qué les dijo? Ayer lo leímos, y sobre ello versó mi sermón. ¿Por qué estan turbados y por qué suben esos pensamientos a su corazón? Vean mis manos y mis pies; palpen y vean. ¿Acaso había subido ya al Padre cuando les decía: Palpen y vean, prestándose a que lo tocasen sus discípulos; y no sólo a que lo tocasen, sino también a que lo palpasen, para producir en ellos la certeza de la verdad de la carne y del cuerpo, para mostrar la solidez de la verdad hasta al tacto humano? Se presta a que lo palpen las manos de los discípulos, pero a aquella mujer le dice: No me toques, pues aún no he subido a mi Padre. ¿Qué quiere decir esto? ¿Que los varones no pudieron tocarlo sino en la tierra, y que las mujeres tenían que tocarlo en el cielo, pues aún no he subido a mi Padre?

P. Juan A. Cardenas
¿Qué es, pues, tocar sino creer? A Cristo lo tocamos con la fe, y es preferible no tocarlo con las manos y sí con la fe, a tocarlo con las manos y no con la fe ( Serm 246,4).