Te rogamos, enséñanos también a nosotros, la humildad de corazón, para que seamos contados entre los pequeños del Evangelio, a quienes el Padre ha prometido revelar los misterios de su Reino.
Concédenos, una mirada de fe capaz de reconocer fácilmente en los pobres y los que sufren el rostro mismo de Jesús.
Apóyanos en la hora de la lucha y la prueba, y si caemos, permítenos experimentar la alegría del sacramento del perdón.
Infúndenos una tierna devoción a María, Madre de Jesús y Madre nuestra.
Acompáñanos en nuestra peregrinación terrena hacia la patria bendita, donde también nosotros esperamos llegar para contemplar eternamente la gloria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén