Jul 28
PALABRAS DEL SANTO PAPA BENEDICTO XVI (Mt 13,31-35)
Hablar de Dios significa, ante todo, tener muy claro qué debemos ofrecer a los hombres y mujeres de nuestro tiempo: no un Dios abstracto, una hipótesis, sino un Dios concreto, un Dios que existe, que entró en la historia y está presente en ella; el Dios de Jesucristo como respuesta a la pregunta fundamental de por qué y cómo vivir. Por lo tanto, hablar de Dios requiere familiaridad con Jesús y su Evangelio, presupone nuestro conocimiento personal y real de Dios, y una fuerte pasión por su plan de salvación, sin ceder a la tentación del éxito, sino siguiendo el método de Dios. El método de Dios es el de la humildad —Dios se hace uno de nosotros—; es el método realizado en la Encarnación en la sencilla casa de Nazaret y en la gruta de Belén, el de la parábola del pequeño grano de mostaza. No debemos temer la humildad de los pequeños pasos y confiar en la levadura que se mezcla con la masa y la hace levar lentamente (cf. Mt 13,33). Al hablar de Dios, en la obra de evangelización, bajo la guía del Espíritu Santo, es necesario recuperar la sencillez, volver a la esencia del anuncio: la Buena Nueva de un Dios real y concreto, un Dios que se preocupa por nosotros, un Dios-Amor que se acerca a nosotros en Jesucristo hasta la cruz, y que en la Resurrección nos da esperanza y nos abre a una vida sin fin, la vida eterna, la vida verdadera. (Papa Benedicto XVI, Audiencia General, 28 de noviembre de 2012)