
Oct 20
PALABRAS DEL SANTO PAPA FRANCISCO (Lc 12,35-38)

El Señor nos recuerda que la vida es un viaje hacia la eternidad; por lo tanto, estamos llamados a emplear todos nuestros talentos, sin olvidar jamás que «no tenemos aquí una ciudad permanente, sino que buscamos la futura» (Heb 13,14). (…) No podemos comprender realmente en qué consiste esta alegría suprema. Sin embargo, Jesús nos la hace sentir con la analogía del amo que, al encontrar a sus siervos aún despiertos a su regreso, «se ceñirá, los sentará a la mesa y, les servirá» (v. 37). La alegría eterna en el cielo se manifiesta así: la situación se invertirá y ya no seremos los siervos, es decir, nosotros, quienes serviremos a Dios, sino que Dios mismo se pondrá a nuestro servicio. Y Jesús lo hace desde ahora: Jesús ora por nosotros, Jesús nos mira y ora al Padre por nosotros. Jesús nos sirve ahora. Él es nuestro siervo. Y esta será la alegría definitiva. La idea del encuentro final con el Padre, rico en misericordia, nos llena de esperanza y nos impulsa a un compromiso constante, por nuestra santificación y por la construcción de un mundo más justo y fraterno.
Que la Virgen María apoye este compromiso nuestro con su maternal intercesión. (Papa Francisco, Ángelus, 11 de agosto de 2019)