Hermosa Señora de La leche, amadísima madre del Niño Jesús y Madre mía, escucha mi humilde oración. Tu corazón de madre sabe todos mis deseos, todas mis necesidades. Solo a ti, Inmaculada Virgen, tu hijo Divino ha dado a comprender los sentimientos que llenan mi alma. Tuyo fue el sacro privilegio de ser Madre del Salvador. Intercede ahora con Él, mi amadísima Madre, para que, de acuerdo con Su voluntad, pueda yo ser madre de otros hijos enviados por Nuestro Señor. Esto pido, O Señora de La Leche, en nombre de tu Hijo Divino, mi Señor y Redentor. Amén.
O Señor Jesucristo, por la intercesión de Tu tierna Madre, Nuestra Señora de la Leche, quien te llevó cerca de su corazón durante esos largos meses antes de tu nacimiento, me entrego en tus manos. Líbrame te imploro, de preocupaciones inútiles y consumidoras. Acepta el sacrificio de mis males y dolores, los cuales yo uno con tus padecimientos en la cruz. Sobre todo, misericordioso y amadísimo Jesús, protege de todo mal a este hijo que tú me has dado, dotándolo de la salud y vigor que necesita cada niño. Inculca en mi corazón y en mis labios las palabras y las oraciones de tu Madre y la mía, Nuestra Hermosa Señora de La Leche. Todo esto pido en fin de que mi hijo y yo podamos vivir para alabar eternamente tu Santo Nombre. Amén.
A ti, Hermosa Señora de La Leche, y a tu hijo Divino, dedico ahora esta criatura que nuestro Señor me ha dado. Pido que me obtengas las gracias físicas y espirituales que necesito, para cumplir mis deberes a cada momento. Inspírame con los sentimientos maternales que sentiste durante la época que pasaste al lado del Niño Jesús. Consigue que yo, imitándote a ti, O Señora de la Leche, alimente a mi hijo en perfecta salud. En todas las cosas, ayúdame a seguir el ejemplo, que tú, modelo perfecto de todas las madres, me has dado. Permite que mi familia refleje las virtudes de tu Sagrada Familia en Nazaret. Por último, encomiendo a tu cariñoso cargo todas las madres de la tierra, en cuyas manos Él ha confiado las almas de Sus pequeños.
Amén.