Dios de infinita bondad,
que amas la inocencia y exaltas a los humildes,
concede que,
a imitación de los bienaventurados Francisco y Jacinta,
Te servimos en pureza de corazón,
para que podamos alcanzar el reino de los cielos.
Por Nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo
quien es Dios contigo en la unidad del Espíritu Santo.
Amén.