Nuestra Señora de Fátima.

Santísima Virgen refugio de los pecadores, que enseñaste a los pastorcitos de Fátima a rogar a Dios que los libres de las llamas del infierno y que alivie a las almas del purgatorio, infunde en nosotros el santo temor de Dios y un horror grande al pecado mortal y aún a las culpas veniales, e inflamanos en un compasivo celo, generoso, activo, por la salvación de todas las almas.


Amén.