Mi habitación es tu Santuario,
donde actúas para gloria del Padre.
Allí él transforma todo mi ser
en tabernáculo predilecto de la Trinidad,
donde siempre arde una lámpara perpetua
y nunca se apaga el fuego del amor;
donde, por sacrificio por sacrificio,
se expulsa del corazón el egoísmo;
donde rosas adornan el altar
y azucenas florecen siempre de nuevo;
donde se siente una atmósfera de paraíso,
que eleva el corazón y el pensamiento;
donde, a lo igual que la eterna Ciudad de Sión,
el espíritu del mundo no tiene cabida;
donde reina la paz y sonríe la alegría
pues el ángel de Dios custodia vigilante;
donde Cristo domina y triunfa
y conduce todo el mundo hacia el Padre.
Amén