Ven oh Espíritu Santo, desciende sobre mi alma con la plenitud de tus dones para que sea capaz de hacerte amar, glorificar y propagar tu devoción. Ilumina y santifica mi inteligencia para que sepa favorecer el acrecentamiento espiritual y la vida interior en la parroquia, en la familia y en el individuo. Fortalece mi voluntad para que impetre con perseverancia la eficacia de la palabra en los sacerdotes, misioneros y catequistas a fin de que sean dignos conductores de tu luz y de tu amor.
Enciende en mi corazón inextinguibles ansias de ver propagado tu reino; y para cooperar a ello, enséñame a fomentar y conservar con todos los medios posibles, las vocaciones sacerdotales y religiosas.
Haz de mi alma tu morada permanente, para que mis pensamientos, mis palabras y mis obras, transmitan los efluvios de tu Amor Infinito y Misericordioso, arrastrando a las almas en pos de Ti, Espíritu Divino, Amor Consustancial del Padre y del hijo, Consolador Eterno a quién hoy me consagro como apóstol de tu devoción. Así sea