Oh, Cristo Bendito,
que has vencido a la muerte y a tus enemigos,
dándonos esperanzas a los pobres y los débiles,
que tanto padecemos aquí en la tierra;
por ti he sido bautizado, y de ti soy devoto,
acude a mi encuentro, hermoso, Jesús
para adorarte sin dudarlo,
porque Tú nos has salvado del infierno,
Tú nos has ofrecido la vida eterna,
y solo tenemos que hacer el bien para ello,
cosa que es buena para los demás,
y para nosotros mismos;
pues quien actúa bien se siente bien en cuerpo y espíritu;
Cristo, tuya es la gloria ahora y siempre.
Amén