San José, Esposo de la Virgen Madre de Dios, ¡enséñanos incesantemente todas las verdades divinas y toda la dignidad humana contenida en la vocación de los esposos y padres!
San José, obtennos de Dios que cooperemos, constantemente, con la gracia del gran sacramento en el que el hombre y la mujer se prometen mutuamente amor, fidelidad e integridad conyugal ¡hasta la muerte!
San José, hombre de justicia, enséñanos el amor responsable hacia los que Dios nos ha encomendado de una forma especial: amor entre los esposos, amor entre los padres y aquellos a quienes han dado vida.
Enséñanos a ser responsables de cada vida desde el primer momento de su concepción hasta el último instante en esta tierra.
Enséñanos a tener un gran respeto por el don de la vida. Enséñanos a adorar profundamente al Creador, Padre y Dador de vida.
San José, patrono del trabajo humano, asístenos siempre en el trabajo, que es la vocación del hombre sobre la tierra. Enséñanos a resolver los problemas difíciles relacionados con el trabajo en la vida de cada generación, comenzando con los jóvenes, y en la vida de la sociedad.
San José, protector de la Iglesia, hoy, en tu solemnidad, oramos a Dios con estas palabras: "Dios Todopoderoso, que elegiste confiar el inicio de nuestra redención al amoroso cuidado de San José, por su intercesión concédenos que tu Iglesia coopere fielmente en el cumplimiento de la obra de salvación." Amén.
-San Juan Pablo II para la Solemnidad de San José (marzo 19)