Oh glorioso patriarca San José, tú que fuiste elegido por Dios sobre todos los hombres para ser la cabeza terrenal de la más sagrada de las familias, te suplico que me aceptes dentro de los pliegues de tu sagrado manto, para que seas el guardián y custodio de mi alma. A partir de este momento te elijo como mi padre, mi protector, mi consejero y mi patrono, y te suplico que pongas bajo tu custodia mi cuerpo, mi alma, todo lo que soy, lo que poseo, mi vida y mi muerte. Mírame como a uno de tus hijos; defiéndeme de la traición de mis enemigos, invisibles o no, ayúdame en todo momento en todas mis necesidades; consuélame en la amargura de mi vida y especialmente a la hora de mi muerte, y aunque sea una sola palabra, háblale de mí al Redentor Divino, a quien fuiste digno de sostener entre tus brazos, y a la Santísima Virgen María, tu castísima Esposa. Pide para mí esas bendiciones que me llevarán a la salvación. Inclúyeme entre aquellos que te son más queridos, y me dedicaré a demostrarte que soy digno de tu especial patrocinio. Amén.