¡Oh, María! Tú, que sabes desatar los nudos de nuestra existencia y conoces los deseos de nuestro corazón, ven en nuestra ayuda. Estamos seguros de que, como en Caná de Galilea, harás que vuelva la alegría a nuestras casas después de este momento de prueba. Ayúdanos, Madre del Amor Divino, a aceptar la voluntad del Padre y a hacer lo que nos diga Jesús, que tomó sobre sí nuestros sufrimientos para llevarnos, a través de la cruz a la alegría de la Resurrección. Amén.
- Papa Francisco