Perdónanos la guerra, Señor.

Perdónanos la guerra, Señor.


Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de nosotros pecadores.


Señor Jesús, nacido bajo las bombas de Kiev, ten piedad de nosotros.


Señor Jesús, muerto en brazos de la madre en un bunker de Kharkiv, ten piedad de nosotros.


Señor Jesús, enviado al frente con veinte años, ten piedad de nosotros.


Señor Jesús, que todavía ves manos armadas a la sombra de tu cruz, ¡ten piedad de nosotros!


Perdónanos Señor, si no contentos con los clavos con los que atravesamos tu mano, seguimos bebiendo la sangre de los muertos desgarrados por las armas.


Perdónanos, si estas manos que creaste para custodiar, se han transformado en instrumentos de muerte.


Perdónanos, Señor, si seguimos matando a nuestro hermano. Perdónanos si seguimos, como Caín, tomando piedras de nuestro campo para matar a Abel.


Perdónanos, si seguimos justificando con nuestro cansancio la crueldad, si con nuestro dolor legitimamos la brutalidad de nuestras acciones.


Perdónanos la guerra, Señor. 


Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ¡te imploramos! ¡Detén la mano de Caín!


Ilumina nuestra conciencia.


Que no se haga nuestra voluntad, ¡no nos abandones a nuestras acciones!


¡Detennos, Señor, detennos!


Y cuando hayas detenido la mano de Caín, cuida también de él. Es nuestro hermano.


Oh Señor, ¡pon un freno a la violencia!


¡Detennos, Señor!


Amén.