Apr 13
Carta de San Pablo a los Filipenses 2,6-11.
Jesucristo, que era de condición divina, 
no consideró esta igualdad con Dios 
como algo que debía guardar celosamente:
al contrario, se anonadó a sí mismo, 
tomando la condición de servidor 
y haciéndose semejante a los hombres. 
Y presentándose con aspecto humano,
se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte 
y muerte de cruz.
Por eso, Dios lo exaltó 
y le dio el Nombre que está sobre todo nombre,
para que al nombre de Jesús, 
se doble toda rodilla 
en el cielo, en la tierra y en los abismos,
y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre: 
"Jesucristo es el Señor".

 


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