Sep 20
Liturgia de la Palabra Diaria

Liturgia - 20 de Septiembre de 2024
Ciclo B - Año II
XXIV Semana del Tiempo Ordinario
Liturgia de las Horas Tomo IV
IV Semana del Salterio
Primera Lectura 1 Corintios 15, 12-20
Salmo 16
Evangelio Lucas 8, 1-3
Rojo Memoria de los santos Andrés Kim Taegon, presbítero, Pablo Chong Hasang y compañeros, mártires MR, p. 837 (826) / Lecc. II, p. 808
Otros santos: Juan Carlos Cornay, presbítero de la Sociedad Parisiense de Misiones para Extranjeros y mártir. Beatos: Francisco de Posadas, presbítero de la Orden de Predicadores; María Teresa de San José, virgen fundadora.
PRIMERA LECTURA
Si Cristo no resucitó, vana es la fe de ustedes.
De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 15, 12-20
Hermanos: Si hemos predicado que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo es que algunos de ustedes andan diciendo que los muertos no resucitan? Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no resucitó, nuestra predicación es vana, y la fe de ustedes es vana.
Seríamos, además, falsos testigos de Dios, puesto que hemos afirmado falsamente que Dios resucitó a Cristo: porque, si fuera cierto que los muertos no resucitan, Dios no habría resucitado a Cristo. Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó.
Y si Cristo no resucitó, es vana la fe de ustedes; y por lo tanto, aún viven ustedes en pecado, y los que murieron en Cristo, perecieron. Si nuestra esperanza en Cristo se redujera tan sólo a las cosas de esta vida, seríamos los más infelices de todos los hombres. Pero no es así, porque Cristo resucitó, y resucitó como la primicia de todos los muertos.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Meditatio
Dios nos ha dado la presencia de su Espíritu para que podamos vivir esta vida con alegría, con paz y con gozo, pero también nos ha prometido que "ahí donde él está también estaremos un día nosotros con él". Esta es la esperanza que alienta nuestra vida: poder participar un día, por toda la eternidad con él. Por ello, como dirá san Pablo, para el cristiano la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia.
Santa Teresa de Ávila, que había entendido bien la vida que le esperaba, decía: "Muero porque no muero, y tan alta vida espero, que muero porque no muero". Nuestra vida en la tierra, fundada en Cristo y vivida en el poder del Espíritu, es la experiencia más fabulosa que el hombre pueda tener, pero aún así, lo que Dios tiene preparado para los que le aman: "Ni ojo vio, ni oído escuchó".
La prueba definitiva de la fidelidad de Cristo a sus promesas, la tenemos en María Santísima, la cual, siendo de naturaleza humana como todos nosotros, Dios, habiendo terminado María el curso de su existencia en la tierra, fue elevada al cielo; con ello nos mostró lo que será de nuestra vida si, como ella, sabemos ser fieles y vivir nuestra vida en Cristo. Hermano, vive tu vida en el gozo del Espíritu y deja que la hermana muerte, sea la puerta que un día, te conduzca a los brazos amorosos del Padre.
Oratio
Jesús, anhelo llegar eternamente a tu presencia, yo también muero porque no muero, pero tengo total convicción de que aquí me tienes porque puedo servirte en algo, y eso me da una dicha inmensa; úsame como mejor te parezca, Señor, y luego, cuando lo juzgues conveniente, llévame contigo a gozar de la bienaventuranza eterna; llévame a tus pies, para vivir abrazado a ti por toda la eternidad.
Actio
Hoy pensaré en qué cosas tendría pendientes de hacer si hoy muriera y tomaré cartas en el asunto, pues nadie sabe ni el día ni la hora.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 16, 1. 6-7. 8b. 15.
R/. Atiéndeme, Dios mío, y escucha mi oración.
Señor, hazme justicia y a mi clamor atiende; presta oído a mi súplica, pues mis labios no mienten. R/.
A ti mi voz elevo, pues sé que me respondes. Atiéndeme. R/.
Dios mío, y escucha mis palabras; muéstrame los prodigios de tu misericordia, pues a quien acude a ti, de sus contrarios salvas. R/.
Protégeme, Señor, como a las niñas de tus ojos, bajo la sombra de tus a las escóndeme, pues yo, por serte fiel, contemplaré tu rostro y al despertarme, espero saciarme de tu vista. R/.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Cfr. Mt 11, 25
R/. Aleluya, aleluya.
Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla. R/.
EVANGELIO
Los acompañaban algunas mujeres, que los ayudaban con sus propios bienes.
Del santo Evangelio según san Lucas: 8, 1-3
En aquel tiempo, Jesús comenzó a recorrer ciudades y poblados predicando la buena nueva del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que habían sido libradas de espíritus malignos y curadas de varias enfermedades. Entre ellas iban María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, el administrador de Herodes; Susana y otras muchas, que los ayudaban con sus propios bienes.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión:
«Jesús iba por ciudades y pueblos, proclamando y anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios»
Hoy, nos fijamos en el Evangelio en lo que sería una jornada corriente de los tres años de vida pública de Jesús. San Lucas nos lo narra con pocas palabras: «Jesús iba por ciudades y pueblos, proclamando y anunciando la Buena Nueva» (Lc 8,1). Es lo que contemplamos en el tercer misterio de Luz del Santo Rosario.
Comentando este misterio dice el Papa San Juan Pablo II: «Misterio de luz es la predicación con la que Jesús anuncia la llegada del Reino de Dios e invita a la conversión, perdonando los pecados de quien se acerca a Él con fe humilde, iniciando así el misterio de misericordia que Él continuará ejerciendo hasta el fin del mundo, especialmente a través del sacramento de la Reconciliación confiado a la Iglesia».
Jesús continúa pasando cerca de nosotros ofreciéndonos sus bienes sobrenaturales: cuando hacemos oración, cuando leemos y meditamos el Evangelio para conocerlo y amarlo más e imitar su vida, cuando recibimos algún sacramento, especialmente la Eucaristía y la Penitencia, cuando nos dedicamos con esfuerzo y constancia al trabajo de cada día, cuando tratamos con la familia, los amigos o los vecinos, cuando ayudamos a aquella persona necesitada material o espiritualmente, cuando descansamos o nos divertimos... En todas estas circunstancias podemos encontrar a Jesús y seguirlo como aquellos doce y aquellas santas mujeres.
Pero, además, cada uno de nosotros es llamado por Dios a ser también “Jesús que pasa”, para hablar —con nuestras obras y nuestras palabras— a quienes tratamos acerca de la fe que llena de sentido nuestra existencia, de la esperanza que nos mueve a seguir adelante por los caminos de la vida fiados del Señor, y de la caridad que guía todo nuestro actuar.
La primera en seguir a Jesús y en “ser Jesús” es María. ¡Que Ella con su ejemplo y su intercesión nos ayude!
Rev. D. Jordi PASCUAL i Bancells
(Salt, Girona, España)