Oh Madre buenísima, no me olvides cuando te olvide; no me abandones cuando te abandone; sígueme con tu celestial mirada y llámame cuando me aleje de ti; búscame cuando me esconda; rastréame cuando huya; atame cuando te resista; sométeme cuando me ponga de pie contra ti; levántame cuando caiga; recondúceme por tus caminos cuando me desvíe.
Amén
- Dr. Plinio Corrêa de Oliveira, inspirador de los Heraldos del Evangelio