Oracion de San Pablo VI a San Agustín

Bien cierto es, Agustín,
que tú nos convocas a la vida interior;
a esa vida que nuestra educación moderna,
totalmente proyectada hacia el mundo exterior, deja languidecer, por producirnos hastío.

Nosotros ya no sabemos recogernos;
no sabemos meditar;
no sabemos orar.

Si conseguimos entrar en nuestro espíritu,
nos enclaustramos dentro
y perdemos el sentido de la realidad exterior.

Y, si salimos afuera,
perdemos el sentido y el gusto
de la realidad interior y de la verdad
que sólo nos descubre
la ventana de la vida interior.

Ya no sabemos mantener
la justa relación entre inmanencia y transcendencia;
no sabemos encontrar
el sendero de la verdad y de la realidad,
porque hemos olvidado su punto de partida,
que es la vida interior,
y su punto de llegada,
que es Dios.

Agustín:
espoléanos hacia nosotros mismos;
enséñanos el valor y la inmensidad
del reino interior;
recuérdanos aquellas palabras tuyas:
"Subiré por medio del alma.";
implanta, en fin, en nuestras almas
tu mismo apasionamiento:
"¡Oh verdad, oh verdad,
qué suspiros tan profundos subían a ti
de lo más íntimo de mi alma!".

Agustín:
sé nuestro maestro de vida interior;
haz que, recuperándola,
nos recuperemos a nosotros mismos;
que, de nuevo en posesión de nuestra alma,
podamos descubrir dentro de ella
el reflejo, la presencia y la acción de Dios,
y que, dóciles a la invitación de nuestra verdadera naturaleza
y más dóciles aún al misterio de su gracia,
podamos alcanzar la sabiduría:
con el pensamiento, la Verdad;
con la Verdad, el Amor;
con el Amor, la plenitud de la Vida que es Dios.

Amén.