Oh Espíritu Santo, Don de Dios y fuerza de lo Alto, fuente de agua brotante de vida eterna, desciende y mora en nuestros corazones. Haznos verdaderos adoradores del Padre, condúcenos a la plenitud de la verdad, y transfórmanos en testigos de Jesús, para llevar su nombre hasta los confines de la tierra.
Amén.
P. Salvador Carrillo Alday, M.Sp.S.