Madre mia, purificadme, Madre mía, aquí estoy. Tened pena de mí. Yo sé que Vos siempre tuvisteis pena de mi. Pero tened pena de mi una vez más: está en mí Vuestro Divino Hijo.
Yo sé Madre mía, que si El entró en mí fue porque Vos pedisteis, pues nunca sucede, de nosotros recibir una gracia que no sea a ruego vuestro. Ahora bien, si Él está en mi, si estoy comulgando, es porque Vos pedisteis a El que viniese aquí. Una vez que pedisteis a Él que entrase en una cabaña tan indigna, arreglad esta cabaña llamada (N). purificadla, ordenadla, para que sea del
agrado de El.
Ahora estoy sosegado. Nuestra Señora se está encargando de mí, arreglando, decorando mi alma, y el Rey del Cielo y de la tierra mira para mi complacido:
"Es verdad, Yo estoy a gusto aqui, porque usted está ordenado como mi Madre quería". Así sea.
- PLINIO COAREA DE OEVEIRA