En nombre y para gloria de la Trinidad Santa, que te ha querido Madre de Cristo Salvador y Madre de la humanidad necesitada de salvación, consciente de mi indignidad, pero confiando en tu ayuda maternal yo, que por el Bautismo ya vivo en el misterio de Cristo y de la Iglesia, me pongo [hoy] totalmente en tus manos, oh María:
para caminar contigo, para cooperar contigo en la Iglesia a la salvación del mundo, para llevar hasta su realización día tras día contigo mi compromiso de amor y de servicio a los her-manos,
con tu luminosidad de fe, con tu evangélico testimonio de vida, con el impetu del Amor con que amas a todos como hijos, para que también yo los abrace a todos en tu Corazón, transformando para ellos, con la gracia del Espíritu Santo, mi vida y cada una de mis acciones en un acto incesante de amor y de ofren-da, prolongando en mí tu maternidad de gracia, para el día de hoy y el mañana eterno de todos.
Concédeme, oh Madre, un profundo conocimiento de ti, sumérgeme en tus fecundos silen-cios, dame tu humilde disponibilidad al Señor y tu delicada atención hacia los hermanos, dame tu Corazón para amar, vive en mí tu ansia de salvar.
¡Amén!