
Oh Dios, que en el misterio eucarístico nos has dado el pan vivo bajado del cielo, concédenos vivir sempre en tí con la fuerza de este alimento espiritual y que, en el último día, resucitemos gloriosos a la vida eterna. Por Cristo nuestro Señor.
Señor Jesucristo, que en el admirable sacramento de la Eucaristía nos has dejado el memorial de tu Pascua, concédenos adorar con fe viva el isterio de tu Cuerpo y de tu Sangre, para sentir se pre en nosotros los beneficios de la redención.
Oh Dios, que en ese sacramento de nuestra redención nos comunicas la dulzura de tu amor, reaviva en nosotros el ardente deseo de participar en el banquete eterno de tu reino.