Bendíceme, madre y ruega por mí sin cesar.
Aleja de mi, hoy y siempre el pecado.
Si tropiezo, tiende tu mano hacia mí.
Si cien veces caigo, cien veces levántame.
Si yo te olvido, tú no te olvides de mí.
Si me dejas Madre mía ¿Qué será de mí?
En los peligros del mundo asísteme.
Quiero vivir y morir bajo tu manto.
Quiero que mi vida te haga sonreír.
Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía.
Y al fin, sal a recibirme y llévarme junto a mis seres queridos que ya se han adelantado y junto a tu hijo.
Tu bendición me acompañe hoy y siempre.
Amén