Guíame por el buen camino

¡Oh, Señor, hazme entender que no todo lo que brilla es oro!


No me dejes caer en las tentaciones de placeres pasajeros.


Que no me fie de las falsas promesas del demonio.


Que no me deje engañar por aquel leve susurro, que en un principio parece ser Tu voz.


Pero que en realidad, es el diablo queriendo hacerme tropezar de vuelta con la misma piedra.


Te suplico me ayudes a encontrarte en cada pequeño detalle, Señor.


Que pueda verte en lo más hermoso de Tu Creación, en las plantas, en los pajaros, en el agua y en el cielo.


Y que no me acostumbre a escarbar en el vacío, y llenarme de polvo arrastrandome en el suelo.


Gracias por haberme hecho cristiano.


Porque lo único que quiero es vivir mi vida tan solo como un buen administrador de ella, y no como su dueño. 


Si el verdadero dueño de la vida, eres Tu, Señor.


Ayudame a caminar por el sendero de Tu amor.


Y cuando me pierda, cuando olvide de donde vengo y adónde quiero llegar, recuerdame, Señor, que nada a lo que valga la pena aferrarse se encuentra en este mundo.


Por el contrario, hazme entender que el sentido de nuestra existencia se resume en una sola palabra: Eternidad.


 


Amén.