Omnipotente y eterno Dios, mira el rostro de tu Divino Hijo y por amor a Él, ten piedad de tus sacerdotes. Recuerda que no son sino débiles y frágiles criaturas, mantén vivo en ellos el fuego de tu amor y guárdalos para que el enemigo no prevalezca contra ellos y en ningún momento se hagan indignos de su santa vocación.
Te ruego por tus sacerdotes fieles y fervorosos, por los que trabajan cerca o en lejanas misiones y por los que te han abandonado.
¡Oh Jesús! te ruego por tus sacerdotes jóvenes y ancianos, por los que están enfermos o agonizantes y por las almas de los que estén en el purgatorio.
¡Oh Jesús! te ruego por el sacerdote que me bautizó, por los sacerdotes que perdonan mis pecados, por aquellos a cuyas misas he asistido y asisto, por los que me instruyeron y aconsejaron, por todos para los que tengo algún motivo de gratitud.
¡Oh Jesús! guárdalos a todos en tu Corazón, concédeles abundantes bendiciones en el tiempo y en la eternidad Amen.
Sagrado Corazón de Jesús, bendice a tus sacerdotes
Sagrado Corazón de Jesús, santifica a tus sacerdotes
Sagrado Corazón de Jesús, reina por tus sacerdotes.
María, madre de los sacerdotes, ruega por ellos.
Danos Señor vocaciones sacerdotales y religiosas.
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San Juan Vianney o Santo Cura de Ars
Señor Jesús, sumo y eterno Sacerdote:
Guarda de todo mal y da Tu gracia y bendición
a quienes pertenecen al orden sacerdotal.
Concédeles oídos de discípulo
para reconocer y obedecer Tu voz;
amor por Tu Palabra y lengua de profeta
para hablar Contigo y de Ti;
un corazón misericordioso como el Tuyo;
manos compasivas que sepan bendecir,
absolver, consagrar, consolar, ungir,
y pies que los conduzcan a servir
con alegría, caridad, sabiduría y humildad.
Conserva su asombro ante el milagro
de Tu presencia entre nosotros.
Mantenlos fieles a Tu Iglesia
y a su vocación,
encomendados a la Virgen María,
y perseverantes en la oración.
Socórrelos, ilumínalos, cólmalos de amor
Hazlos santos y ayúdalos a irradiarte
para que cuando los busquemos
podamos siempre encontrarte.
Te lo pedimos por nuestra dulce Madre
Santa María de Guadalupe
y por San Juan María Vianney,
patrono de los sacerdotes. Amén.
Señor Jesús
Mira en los sacerdotes el reflejo de tu rostro e imagen vivo entre nosotros, mantén vivo en ellos el fuego de tu amor hacia ti,
para que nunca duden del camino y vocación que han decidido seguir.
Oh Jesus, te pido por aquellos sacerdotes que deciden instruir tu palabra en misiones lejanas, te ruego alimentar el corazón de aquellos jóvenes sacerdotes, y cuidar de quienes están enfermos y agonizan para que sigan proclamando tu palabra, ¡Oh Jesús! guárdalos a todos en tu Corazón, concédeles abundantes bendiciones en el tiempo y en la eternidad Amen.
Sagrado Corazón de Jesús, bendice a tus sacerdotes.
Sagrado Corazón de Jesús, santifica a tus sacerdotes.
Sagrado Corazón de Jesús, reina por tus sacerdotes.
María, madre de los sacerdotes, ruega por ellos.
Danos Señor Santas vocaciones sacerdotales y religiosas.
Padre nuestro que estás en los cielos, danos sacerdotes según tu Corazón.
Para que sea santificado tu nombre, danos sacerdotes según tu Corazón.
Para que venga tu Reino, danos sacerdotes según tu Corazón.
Para que tu voluntad se cumpla en el Cielo como en la tierra, danos sacerdotes según tu Corazón.
Para darnos el Pan de la vida, danos sacerdotes según tu Corazón.
Para perdonar nuestras culpas, danos sacerdotes según tu Corazón.
Para que nos ayuden a superar las tentaciones, danos sacerdotes según tu Corazón. Y a ellos y a nosotros líbranos de todo mal.
Amén.
Omnipotente y eterno Dios, mira el rostro de tu Divino Hijo y por amor a Él, ten piedad de tus sacerdotes. Recuerda que no son sino débiles y frágiles criaturas, mantén vivo en ellos el fuego de tu amor y guárdalos para que el enemigo no prevalezca contra ellos y en ningún momento se hagan indignos de su santa vocación.
Te ruego por tus sacerdotes fieles y fervorosos, por los que trabajan cerca o en lejanas misiones y por los que te han abandonado.
¡Oh Jesús! te ruego por tus sacerdotes jóvenes y ancianos, por los que están enfermos o agonizantes y por las almas de los que estén en el purgatorio.
¡Oh Jesús! te ruego por el sacerdote que me bautizó, por los sacerdotes que perdonan mis pecados, por aquellos a cuyas misas he asistido y asisto, por los que me instruyeron y aconsejaron, por todos para los que tengo algún motivo de gratitud.
¡Oh Jesús! guárdalos a todos en tu Corazón, concédeles abundantes bendiciones en el tiempo y en la eternidad Amen.
Sagrado Corazón de Jesús, bendice a tus sacerdotes
Sagrado Corazón de Jesús, santifica a tus sacerdotes
Sagrado Corazón de Jesús, reina por tus sacerdotes.
María, madre de los sacerdotes, ruega por ellos.
Danos Señor vocaciones sacerdotales y religiosas.
A Ti, Médico inestimable de mi alma, suspiro con vehemencia. ¡Oh Trinidad eterna e infinita! Yo, finita, acudo a Ti en el cuerpo místico de la santa Iglesia para que quites toda mancha de mi alma por medio de la gracia. No tardes más, sino que por los méritos del capitán de tu navecilla, o sea, San Pedro, a tu esposa, que espera ayuda, socórrela con el fuego de la caridad y la profundidad de la eterna sabiduría. No desprecies los deseos de tus servidores, sino, más bien, guía la nave, ¡oh Hacedor de la paz! Oriéntalos hacia Ti, para que, apartados del camino de las tinieblas, aparezca la aurora de la luz de los que están plantados en tu Iglesia con puro deseo de la salvación de las almas.
Sea bendito el lazo que Tú, ¡oh Padre benignísimo!, nos has dado para que pudiéramos atar las manos de tu justicia, esto es, la humilde y fiel oración junto con los ardientes deseos de tus servidores, por cuya mediación prometes tener misericordia del mundo.
Te doy gracias, alta y eterna Deidad, porque prometes dar pronto alivio a tu esposa. Yo entraré de nuevo en su jardín y no saldré hasta que cumplas tus promesas, que siempre resultaron realidades. Aniquila, pues, nuestros pecados, ¡oh Dios verdadero!, y limpia nuestras almas con la sangre de tu Hijo unigénito derramada por nosotros, para que, muertos a nosotros mismos, viviendo en Él, le demos, a cambio de su pasión, un rostro refulgente y un ánimo íntegro. Escúchanos también a nosotros que rogamos por el guardián de esta cátedra tuya, cuya fiesta celebramos hoy, esto es, por tu vicario, para que le hagas tal como quieres que sea el sucesor de tu “viejecillo” Pedro y le des lo que necesita para el gobierno de tu Iglesia.
Afirmo que has prometido cumplir pronto mis deseos. Por ello te ruego con la mayor confianza que no tardes en cumplir las promesas, ¡oh Dios mío! Y vosotros, hijos dulcísimos, pues es tiempo de ponerse a la obra, ved que es el momento de esforzaros por la Iglesia de Cristo, verdadera madre de vuestra fe. Por ello os animo a que, ya plantados en la misma Iglesia, seáis como columnas de ella, trabajéis en este jardín de fe salvadora con el fervor de la oración y con las obras, arrojados el amor propio y toda negligencia.
Cumplamos ampliamente la voluntad del Dios eterno, que nos ha llamado con este fin, para nuestra salvación, la de los demás y para la unidad de la Iglesia, en la que se encuentra la salud de las almas. Amén.
-Santa Catalina de Siena
Señor Jesús, así como Tú llamaste los primeros discípulos para hacerles pescadores de hombres, haz que Tu sublime invitación continúe resonando: ¡Vengan a Mi, síganme!
Da a los jóvenes, hombres y mujeres, la gracia de responder prontamente a la llamada. Apoya a tus obispos, sacerdotes y a los consagrados en su trabajo apostólico.
Concede perseverancia a nuestros seminaristas y a todos aquellos que llevan hacia adelante los ideales de una vida totalmente consagrada a Tu servicio.
Despierta en nuestra comunidad un entusiasmo misionero. Señor, ENVÍA TRABAJADORES A TU COSECHA y no permitas que la humanidad se pierda por escasez de pastores, misioneros y gente dedicada a la causa de Tu Evangelio.
Virgen María, Madre de la Iglesia, modelo de toda vocación, ayúdanos a decir Sí, al Señor que nos llama a cooperar en el plan divino de salvación.
Amén.
V/ A nuestro Santo Padre el Papa
R/ Cúbrelo con tus dones y con tus Gracias, Señor.
A los Cardenales
Asístelos con los resplandores de tu Luz, Señor.
A los Arzobispos y Obispos
Que los acompañe siempre el Espíritu Santo, Señor.
A los sacerdotes y religiosos en exilio
Reconfórtalos, Señor.
A los sacerdotes y religiosos en tentación
Sostenlos, Señor.
A los sacerdotes y religiosos misioneros
Anímalos en seguir tu camino, Señor.
A los sacerdotes y religiosos que padecen enfermedades del cuerpo y del alma
Sánalos, Señor.
A los sacerdotes y religiosos que se encuentran tristes
Alégralos, Señor.
A los sacerdotes y religiosos que sufren calumnias y persecución
Guárdalos en tu Corazón, Señor.
A los sacerdotes y religiosos que se sienten aislados en sus congregaciones religiosas
Déjalos entrar en la llaga de tu Divino Costado para que sientan tu presencia y
tu amor, Señor.
A los sacerdotes y religiosos que padecen soledad
Sé tú la compañía, Señor.
A los sacerdotes y religiosos que no se sienten amados
Llena sus corazones de tu amor, Señor.
A los sacerdotes y religiosos con nostalgia de pátria
Consuélalos, Señor.
A los sacerdotes y religiosos ancianos
Haz que se preparen dignamente para la entrada en tu mansión eterna, Señor.
A los sacerdotes y religiosos formadores en los seminarios y casas religiosas
Derrama tu Sabiduría Divina, Señor.
A los sacerdotes y religiosos pobres
Socórrelos, Señor.
A los sacerdotes y religiosos predicadores
Dales tu gloria, Señor.
A los sacerdotes y religiosos turbados
Dales tu paz, Señor.
A los sacerdotes y religiosos agonizantes
Ábreles las puertas del Cielo, Señor.
A los sacerdotes y religiosos en peligro
Forma una coraza de protección, Señor.
A los sacerdotes y religiosos que se hallan en pecado
Devuélveles la Gracia, Señor.
A los sacerdotes y religiosos que dudan del Sacramento de la Eucaristía
Muéstrales tu verdadera presencia en la Hostia Santa, Señor.
A los sacerdotes y religiosos que han abandonado su vocación sacerdotal o
religiosa
Atráelos nuevamente a tu mansión de amor, Señor.
A los sacerdotes y religiosos que están en desobediencia con el Santo Padre y el
Magisterio de la Iglesia
Hazlos dóciles, Señor.
A los sacerdotes y religiosos que son motivo de escándalo y deserción para muchos
fieles de tu Iglesia
Báñalos en los Ríos de tu Gracia, Señor.
A los sacerdotes y religiosos tibios en su fe.
Enfervorízalos, Señor.
A los sacerdotes y religiosos liberales en sus pensamentos
Corrígelos en sus desvíos, Señor.
A los sacerdotes y religiosos contaminados por el mundo posmodernista
Purifícalos con tu Sangre, Señor.
A los sacerdotes y religiosos decadentes em la oración
Elévalos hacia tu presencia, Señor
A los sacerdotes y religiosos absorbidos por el consumismo y ansias de poseer
Libéralos, Señor.
A los sacerdotes y religiosos que hacen de su vocación una profesión más
Aclárales el camino, Señor.
A los sacerdotes y religiosos que son motivo de discordia
Únelos en tu amor, Señor.
A los sacerdotes y religiosos que han caído.
Levántalos, Señor.
A los sacerdotes y religiosos soberbios
Abájalos, Señor.
A los sacerdotes y religiosos en crisis vocacional
Abrásalos en tu Sagrado Corazón, Señor.
Oremos:
Padre Celestial, por los méritos infinitos de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote y en la unidad del Espíritu Santo, acoge favorablemente nuestras súplicas y toma en Vuestras Venerables Manos nuestra oración; danos sacerdotes y religiosos santos y haz de nuestras familias semilleros vocacionales.
Amén.
La Coronilla se compone de doce cuentas para simbolizar los doce pilares de la Iglesia: las doce tribus de Israel y los doce apóstoles, y las cinco llagas de Nuestro Señor Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote.
Entonces, la Coronilla son solamente doce cuentas, en cada cuenta se dice lo siguiente:
En las cuentas del Padre Nuestro se Dice
Padre Eterno os ofrezco la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote, por la conversión y salvación de todos los sacerdotes y religiosos del mundo eterno.
En las cuentas del Ave Maria se Dice cinco veces
V/ Divino Corazón de Jesús, viviente en el Corazón de María.
R/ Vivid y reinad en todos los corazones de los sacerdotes y religiosos y consumidlos en vuestro puro amor.
En las cuentas del Gloria se Dice
V/ Corazones unidos de Jesús y de María.
R/ Haced que vuestros sacerdotes y religiosos tengan fecundidad en su ministerio y la victoria contra el maligno.
Para finalizar repetir 3 veces.
V/ Nuestra Señora del Sagrado Corazón.
R/ Rogad por todas las almas sacerdotales y religiosas.
Oración Final
Dios de amor! Padre de Bondad! Por los méritos, por los ruegos y sufrimientos de tu Hijo muy amado, dá luz a estas almas para que lleguen a rechazar el mal y abrazar con decisión tu voluntad Santísima. No permitas que sean causa de tanto daño para ellas y para otras almas inocentes y puras. Amén
@unpasoaldia
Jesús Divino Maestro, te doy gracias y bendigo tu corazón lleno de amor por la institución del Sacerdocio.
Tú envías a los Sacerdotes como el padre te envió a ti. Y les has confiado los tesoros de tu doctrina, de tu ley, de tu gracia y el cuidado de tu propio pueblo. Haz que yo los ame, los escuche y me deje guiar por ellos en tus caminos.
Envía buenos obreros a tu viña. Que todos los sacerdotes sean sal que purifica y preserva, la luz del mundo, ciudad situada en lo alto, que estén modelados a tu imagen y que su gozo sea el gran número de personas conducidas a Ti.
Amén
(Beato Santiago Alberione)
Quiero creer en Dios Padre, que me ama como un hijo, y en Jesús, el Señor, que me infundió su Espíritu en mi vida para hacerme sonreír y llevarme así al Reino eterno de vida. Creo en la Iglesia.
Creo que en la historia, que fue traspasada por la mirada de amor de Dios y en el día de la primavera, 21 de septiembre, me salió al encuentro para invitarme a seguirle.
Creo en mi dolor, infecundo por el egoísmo, en el que me refugio.
Creo en la mezquindad de mi alma que buscar tragar sin dar…, sin dar.
Creo que los demás son buenos y que debo amarlos sin temor y sin traicionarlos nunca buscando una seguridad para mí.
Creo en la vida religiosa.
Creo que quiero amar mucho.
Creo en la muerte cotidiana, quemante, a la que huyo, pero que me sonríe invitándome a aceptarla.
Creo en la paciencia de Dios, acogedora, buena, como una noche de verano.
Creo que papá está en el cielo, junto al Señor.
Creo que el padre Duarte está también allí, intercediendo por mi sacerdocio.
Creo en María, mi Madre, que ama y nunca me dejará solo.
Y espero en la sorpresa de cada día en que se manifestará el amor, la fuerza, la traición y el pecado, que me acompañarán siempre hasta ese encuentro definitivo con ese rostro maravilloso que no sé cómo es, que le escapo continuamente, pero quiero conocer y amar.
Amén.
- Oración de Bergoglio (Papa Francisco), antes de ser ordenado Sacerdote
Oh Jesús mío, te ruego por toda la Iglesia:
Concédele el amor y la luz de tu Espíritu y da poder a las palabras de los sacerdotes para que los corazones endurecidos se ablanden y vuelvan a ti, Señor.
Señor, danos sacerdotes santos; Tú mismo consérvalos en la santidad.
Oh Divino y Sumo Sacerdote, que el poder de tu misericordia los acompañe en todas partes y los proteja de las trampas y asechanzas del demonio, que están siendo tendidas incesantemente para las almas de los sacerdotes. Que el poder de tu misericordia, oh Señor, destruya y haga fracasar lo que pueda empañar la santidad de los sacerdotes, ya que tú lo puedes todo.
Oh mi amadísimo Jesús, te ruego por el triunfo de la Iglesia, por la bendición para el Santo Padre y todo el clero, por la gracia de la conversión de los pecadores empedernidos. Te pido, Jesús, una bendición especial y luz para los sacerdotes, ante los cuales me confesaré durante toda mi vida.
(Santa Faustina Kowalska)
Padre Santo,
Tú has querido que el ministerio de salvación que realizó tu Hijo Jesucristo, nuestro Señot, fuera prolongado en hombres configurados con su sacerdocio.
Haz que en toda la Iglesia se despierte el deseo de que muchos sean. llamados a tu servicio.
Que los Sacerdotes sean ejemplo por una vida santa.
Que la vida consagrada sea testigo de tu inefable amor.
Que las familias sean escuela de discernimiento.
Padre, haz de tu Iglesia un seno fecundo por la acción del Espíritu Santo en el que muchos escuchen tu llamada al sacerdocio. Que nuestros seminarios sean lugares de encuentro y comunión en el corazón de la Iglesia para la formación de pastores según tu corazón,
Amén
Corazón de Jesús, tiende una mirada hacia las tierras de infieles y hacia los trabajos de los misioneros, quienes, por tu amor y por el de las almas, tan preciosas para Ti, han abandonado su casa, su patria y sus cariños más íntimos.
Bendice sus trabajos y concédeles la gracia de repartir el pan de la divina Palabra entre los mendigos de la Verdad. Hazles sentir que Tú estás con ellos en sus trabajos y preocupaciones, y dales la gracia de perseverar hasta el fin en la vida de abnegación para la que los has escogido:
Sagrado Corazón de Jesús, por amor de tu misma gloria, protege los esfuerzos de tus Misioneros.
Amén.
ORACIÓN AL CORAZÓN DE JESÚS PARA PEDIR POR LAS MISIONES
Corazón de Jesús, que dijiste: «Tengo otras ovejas que no son de este redil, y es necesario que también éstas sean atraídas a Mí», ten piedad de tantas pobres almas alejadas todavía de tu redil.
Corazón de Jesús, que dijiste: «Mi yugo es suave y mi carga ligera», ten piedad de tantos infieles esclavos de Satanás; haz que también ellos, sacudido aquel horrible yugo y aceptado el tuyo, sientan toda la verdad de tus santas palabras.
Corazón de Jesús, que dijiste: «Dejad a los niños que se acerquen a Mí», ten piedad de tantos niños; como entre los pueblos no cristianos son sacrificados en el alma y en el cuerpo; haz que puedan recibir el bautismo de la regeneración y cantar tus alabanzas eternamente.
Corazón de Jesús, que dijiste: «Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios», purifica con el poder de tu gracia a tantas almas desventuradas que, sumergidas en el abismo de la corrupción, no saben levantar los ojos para contemplar tus divinas bellezas. De la aridez de esas tierras haz brotar lirios de pureza, que constituyan las castas delicias de tu Corazón.
Corazón de Jesús, que, en un ímpetu de amor infinito, dijiste: «Yo vine a traer fuego a la tierra, y, ¡que otra cosa quiero sino que arda!», provoca un vasto incendio de caridad en el mundo; suscita nuevas legiones de héroes que, armados con la Cruz, lleven la llama de tu Amor hasta los últimos confines de la tierra.
Corazón de Jesús, que dijiste: «El que pierde su vida por mi causa la encontrará», y enseñaste con el ejemplo a morir por los amigos, según aquellas tus sublimes palabras: «No hay amor más grande que el de dar la vida por los amigos», te suplicamos que formes muchos corazones magnánimos, que estén dispuestos a sellar con su sangre su amor para contigo y para con las almas por Ti redimidas. Amén.
María, Reina de las Misiones. Soberana del orbe entero. Virgen purísima escogida entre millares. Mírame con ojos piadosos postrado a tus sagradas plantas para implorar de tu maternal ternura tu auxilio eficaz en favor de estos infelices paganos confiados a nosotros. Están sumidos en la impiedad e idolatría y gimen y lloran envueltos en las garras del espíritu de las tinieblas. Mira como sus almas se precipitan en lo profundo del abismo.
¡Madre mía! No conocen a Jesús, tu Hijo divino. No saben que por salvarlos, derramó toda su sangre redentora. No saben que, por mejor esperarlos, sigue allí clavado, extendidos sus brazos divinos, abierto el costado y sangrando el Corazón, mientras les dice: ""¡Venid a mi Corazón todos!"". ¡Reina y Madre mía! Ellos no saben de tus dolores. Si lo supieran, ¿cómo podrían permanecer impasibles ante tanta amargura? Intercede por ellos ante tu divino Hijo, y alcanza con tu inmenso poder que la luz del Evangelio se derrame por el mundo entero.
Que no haya religión, ni pueblo, ni hogar, ni siquiera un corazón que no adore a Cristo, fruto bendito de tus purísimas entrañas, y que no le honre como a su Rey y Señor. Mírame, Madre adorada, Reina de las Misiones, postrado ante tus benditas plantas. Y no te olvides también de mí. Miserable soy y pequeño, y no tengo otro refugio ni otra ayuda que la tuya. Amén
Oh Jesús, Pontífice Eterno, Buen Pastor, Fuente de vida, que por singular generosidad de tu dulcísimo Corazón nos has dado nuestros sacerdotes para que podamos cumplir plenamente los designios de santificación que tu gracia inspira en nuestras almas; te suplicamos: ven y ayúdalos con tu asistencia misericordiosa.
Sé en ellos, oh Jesús, fe viva en sus obras, esperanza inquebrantable en las pruebas, caridad ardiente en sus propósitos. Que tu palabra, rayo de la eterna Sabiduría, sea, por la constante meditación, el alimento diario de su vida interior. Que el ejemplo de tu vida y Pasión se renueve en su conducta y en sus sufrimientos para enseñanza nuestra, y alivio y sostén en nuestras penas. Concédeles, oh Señor, desprendimiento de todo interés terreno y que sólo busquen tu mayor gloria.
Concédeles ser fieles a sus obligaciones con pura conciencia hasta el postrer aliento. Y cuando con la muerte del cuerpo entreguen en tus manos la tarea bien cumplida, dales, Jesús, Tú que fuiste su Maestro en la tierra, la recompensa eterna: la corona de justicia en el esplendor de los santos. Amén.
ORACIÓN POR LA SANTIFICACIÓN DE LOS SACERDOTES (S.S. PABLO VI)
Ven, oh Espíritu Santo, y da a los sacerdotes, dispensadores de los misterios de Dios, un corazón nuevo que actualice toda su educación y toda su preparación, que les haga conscientes cuál sorprendente revelación del sacramento recibido, y que responda siempre con nueva ilusión a los incesantes deberes de su ministerio, en orden a tu Cuerpo Eucarístico y a tu Cuerpo Místico. Dales un corazón nuevo, siempre joven y alegre.
Ven, oh Espíritu Santo, y da a nuestros sacerdotes, discípulos y apóstoles de Cristo Señor, un corazón puro, capaz de amarle solamente a Él con la plenitud, el gozo, y la profundidad que solo Él sabe dar, cuando constituye el exclusivo y total objeto del amor de un hombre que vive de tu gracia; dales un corazón puro que sólo conozca el mal para denunciarlo, combatirlo y huir de él; un corazón puro como el de un niño, pronto al entusiasmo y a la emoción.
Ven, oh Espíritu Santo, y da a los ministros del pueblo de Dios un corazón grande, abierto a tu silenciosa y potente Palabra inspiradora; cerrado a toda ambición mezquina, a toda miserable apetencia humana; impregnado totalmente del sentido de la Santa Iglesia; un corazón grande, deseoso únicamente de igualarse al del Señor Jesús, y capaz de contener dentro de si las proporciones de la Iglesia, las dimensiones del mundo; grande y fuerte para amar a todos, para servir a todos, para sufrir por todos; grande y fuerte para superar cualquier tentación, dificultad, hastío, cansancio, desilusión, ofensa; un corazón grande, fuerte, constante, si es necesario hasta el sacrificio, feliz solamente de palpitar con el Corazón de Cristo y de cumplir con humildad, fidelidad y valentía la voluntad divina.
Amén.
Señor Jesús, te pido por tus sacerdotes. Que cuando estén clavados en la cruz del confesionario, pongas en ellos tu corona de luz en vez de tu corona de espinas.
Que cuando, día a día, te traigan al pan convertido en tu cuerpo, ello no se les vuelva rutina, sino diario milagro.
Que su trato con las almas sea siempre para dejar en ellas el amor y el valor que Tú nos entregas.
Que cuando jóvenes, tengan la fortaleza de tus últimos tres años y cuando viejos, sigan sintiendo que «Dios alegra su juventud».
Que espíritu viviente en carne y hueso, sean como Tú, profundamente humanos y perfectamente divinos.
Que cuando el desánimo y la debilidad los agobien en el camino de su calvario, estés Tú, como Cirineo, para llevarles la cruz y volvérselas gozo.
¡Y que nunca falte quien de la vida por ellos, así como Tú la diste por nosotros!
Amén
Que todos traten de hacerse perfectos como el Padre celestial es perfecto: Señor, danos Sacerdotes santos.
Que la S. Misa sea ofrecida continuamente por la vida y necesidades del mundo: Señor, danos Sacerdotes santos.
Que el Santísimo sea amorosamente accesible y adorado: Señor, danos Sacerdotes santos.
Que el Evangelio sea proclamado fielmente y sin descanso: Señor, danos Sacerdotes santos.
Que en la absolución sacramental encontremos nuestra paz y felicidad: Señor, danos Sacerdotes santos.
Que la unión en la oración traiga la unión entre todos los cristianos: Señor, danos Sacerdotes santos.
Que nuestras Iglesias locales y sus líderes sean siempre leales al Santo Padre: Señor, danos Sacerdotes santos.
Que toda vida humana sea protegida y defendida como sagrada: Señor, danos Sacerdotes santos.
Que la misericordia de Dios se extienda a los pecadores, moribundos y difuntos: Señor, danos Sacerdotes santos.
Que la juventud tenga ayuda para crecer libre de las drogas y toda adición: Señor, danos Sacerdotes santos.
Que los encarcelados, los ancianos y los sin techo encuentren fe y esperanza en Cristo: Señor, danos Sacerdotes santos.
Que el amor de Cristo sane los desamparados, los que guarden cama y los enfermos: Señor, danos Sacerdotes santos.
Que Cristo sea la meta y el gozo de los jóvenes y los fuertes: Señor, danos Sacerdotes santos.
Que los que han oído la llamada de Dios escúchenlo para hacerse líderes futuros: Señor, danos Sacerdotes santos.
OREMOS. Dios de misericordia y santidad, escucha el grito angustiado de tu pueblo para tener sacerdotes santos que les guíen. Llena sus corazones con celo luminoso a fin de que puedan desempeñarse dignamente en tu presencia, sean siempre leales a tu Iglesia, y alcancen amarte con un amor eterno.
Te lo pedimos por Cristo, nuestro Señor. Amén.
(de la Liturgia bizantina)
Señor, llena con el don del Espíritu Santo a los que te has dignado elevar al Orden Sacerdotal para que sean dignos de presentarse sin reproche ante tu altar, de anunciar el Evangelio de tu Reino, de realizar el ministerio de tu palabra de verdad, de ofrecerte los dones y sacrificios espirituales, de renovar a tu pueblo mediante el baño de la regeneración; de manera que vayan al encuentro de nuestro gran Dios y del Salvador Jesucristo, tu único Hijo, y reciban de tu inmensa bondad la recompensa de una fiel administración de su orden sacerdotal. Amén.
(De la Madre Teresa de Calcuta)
María Madre de Jesús y de cuantos participan de su ministerio sacerdotal, acudimos a ti como hijos que acuden a su Madre. Ya no somos niños, sino adultos que de todo corazón desean ser hijos de Dios. Nuestra condición humana es débil; por eso venimos a suplicar tu ayuda maternal para conseguir sobreponernos a nuestras debilidades.
Ruega por nosotros, para que, a nuestra vez, podamos ser personas de oración. Invocamos tu protección para poder permanecer libres de todo pecado. Invocamos Tu amor para que el amor pueda reinar, y nosotros podamos ser compasivos y capaces de perdonar.
Invocamos tu bendición para que nuestros sacerdotes puedan ser como la imagen de tu Hijo, Señor y Salvador nuestro Jesucristo. Amén.