Padre Celestial, sobre la patena me entrego con todo mi ser, mi alma, mi cuerpo, con mi intelecto y mi voluntad, porque te ofrezco todo lo que soy y todo lo que tengo.
Entrego sobre esta patena todas mis alegrías, mis penas de hoy, mi trabajo con sus fatigas, mis cruces con sus amarguras.
Entrego también sobre esta patena a todos ios que amo, los que me hacen bien, los que me han hecho bien, los que se han recomendado a mis oraciones.
Uno todo esto al ofrecimiento de Jesús como holocausto de amor por la salvación y santificación de las almas sacerdotales y religiosas y por mi propia santificación.
Por esta gota de agua que me representa, Oh Dios mío, permiteme arrojar en el Cáliz, con Jesucristo, cada momento de mi vida para que todos sean santificados, sobrenaturalizados en la sangre de Cristo y pasen por Él a la Trinidad adorable.
Me entrego en el Cáliz y te ofrezco la vida y los sufrimientos de aquellos que no los ofrecen, para que sus vidas y sufrimientos se unan a los de Cristo que sufrió como ellos y murió por ellos.
Amén
Oh Jesús mío, me uno a todas las misas que se celebrarán este día en todo el mundo, en unión con las intenciones de tu Sagrado Corazón. Oh, Jesús mío, te ruego que me retengas, de cada una de estas misas, una gota de tu Preciosa Sangre, para el perdón de mis pecados.
Oh Divino Corazón de Jesús, da al mundo muchos sacerdotes santos para continuar la obra de tu redención. Amén.
En tu nombre, oh Jesús, bendigo a Dios nuestro Padre y doy gracias, junto con toda la corte celestial, por la comunión de los santos, por tantas semillas de santidad a mi alrededor y por la ejemplaridad de mis hermanos y hermanas en la Iglesia y en el mundo. Todo esto es obra del Espíritu que brota del seno del Padre, que recubre tu Palabra y que nos das sin cesar. Te doy gracias por ser permanentemente la vida donada, el agua y la sangre derramada, la vida de la Iglesia que nos conduce desde nuestra condición temporal a la bienaventurada eternidad.
Amén.
Quédate con nosotros Señor,
Acompáñanos aunque no siempre hayamos sabido reconocerte.
Quédate con nosotros porque tú eres el Camino, la Verdad y la Vida.
Quédate Señor en nuestras familias, ilumínalas y sostenlas en las dificultades.
Quédate con nuestros niños y nuestros jóvenes en ellos están la esperanza y la riqueza de nuestra patria.
Quédate con los que sufren, confórtalos y protégelos.
Quédate con nosotros Señor cuando surge la duda, el cansancio o la dificultad; ilumina nuestras mentes con tu Palabra;
Aliméntanos con el Pan de Vida que nos ofreces en cada Eucaristía;
Ayúdanos a sentir la belleza y el gozo de creer en ti.
Quédate Señor con la comunidad de tus discípulos.
Renueva en nosotros el don de tu amor.
Anímanos y consérvanos en la fidelidad, para que anunciemos a todos con alegría que tú has resucitado y que nos has dado la misión de ser tus testigos.
Que la Virgen María, discípula y misionera, Madre de todos nos acompañe y proteja.
Amen
Virgen de Guadalupe,
Evangelizadora de las Américas,
¡Madre de Dios, Madre de la Iglesia
y Madre Nuestra! Tú eres el orgullo
de nuestra gente. Jesús, tu Hijo, cambió
el agua en vino porque tú se lo pediste.
Te imploramos, Madre Misericordiosa,
que obtengas para nosotros todas las
gracias que necesitamos de tu Hijo.
Intercede ante Él para que bendiga a las
Américas con muchas vocaciones al
sacerdocio, a la vida religiosa, al
matrimonio cristiano y a la vida laical.
Madre de Dios, ruega por nosotros ahora
y siempre.
Amén
Padre de bondad tú quieres rico en amor y misericordia. que nos enviaste a tu hijo Jesús, para nuestra salvación, escucha tu iglesia misionera. Que todos los bautizados queramos responder al llamado de Jesús; "van y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos".
Fortalece con el fuego de tu espíritu a todos los misioneros, que en tu nombre anuncian la buena nueva del reino.
Por intercesión de Santa Teresita de Jesús y San Francisco Javier, patronos de las misiones, no dejes de suscitar señor vocaciones misioneras María, madre de la iglesia y estrella de le baje en la evangelización,acompáñanos y concédenos el don de la perseverancia y nuestro compromiso.
Amén.
Señor te pedimos que no descuides a los Pastores de tu rebaño, para que por tu gracia encuentren a todas las ovejas perdidas. Ilumina a los jóvenes para que sientan tu calor y conviértelos en pastores de tu rebaño; que sirvan como instrumento de paz de tu rebaño, oh señor dales la sabiduría del diálogo de la humildad y de La Paz, para que sean por su conducta ejemplo de vida.
Amen
Señor, tú que has querido que la madre compartiera los dolores de tu Hijo al pie de la cruz; haz que la Iglesia, asociándose con María a la Pasión de Cristo, merezca participar de su resurrección.
Amen
Jesús que sientes compasión al ver la multitud que está como ovejas sin pastor, suscita, en nuestra Iglesia, una nueva primavera de vocaciones.
Te pedimos que envíes: Sacerdotes según tu corazón que nos alimenten con el Pan de Tu Palabra y en la mesa de Tu Cuerpo y de Tu Sangre; Consagrados que, por su santidad, sean testigos de Tu Reino; Laicos que, en medio del mundo, den testimonio de ti con su vida y su palabra.
Buen Pastor, fortalece a los que elegiste; y ayúdalos a crecer en el amor y santidad para que respondan plenamente a tu llamada. María, Madre de las vocaciones, ruega por nosotros.
Amén.
Señor Dios, Padre Celestial, Tu Hijo Jesucristo nos dijo: "La mies es abundante, pero los obreros pocos. Pedid al dueño de la mies que envíe obreros a su mies". Animados por estas enseñanzas, te pedimos que envíes a tu Iglesia, numerosas y santas vocaciones para el sacerdocio, a la vida religiosa y al apostolado laical. Consérvales fieles en su ministerio hasta el fin; y concédeles, por tu Espíritu Santo, un gran amor a Dios y a los hermanos, para que en su ministerio y en su vida busquen solamente tu gloria.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
Dios, Padre y Pastor de todos los hombres, Tú quieres que no falten hoy día, hombres y mujeres de fe, que consagren sus vidas al servicio del evangelio y al cuidado de la Iglesia.
Haz que tu Espíritu Santo ilumine los corazones, y fortalezca las voluntades de tus fieles, para que, acogiendo tu llamado, lleguen a ser los Sacerdotes y Diáconos, Religiosos, Religiosas y Consagrados que tu Pueblo necesita.
La cosecha es abundante, y los operarios pocos. Envía, Señor, operarios a tu mies.
Amén.
Señor Dios, Padre Nuestro, te damos gracias por los sacerdotes, que son un regalo y un signo de tu amor. Ellos nos manifiestan tu corazón bueno y rico en misericordia, nos ofrecen la salvación de Jesús y nos ayudan a vivir en el Espíritu Santo. Concédenos pastores según tu corazón, bendice a los seminaristas, y haz que no falten en la Iglesia niños y jóvenes que sigan la vocación sacerdotal.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.