Espíritu Santo,
por intercesión
de San José,
haz que
sepamos compartir
y buscar siempre
la felicidad del hermano,
evitando todo rencor
y egoísmo,
que no nos permita
ver el rostro de Jesús
en él.
Amén.
(P. Florentín Brusa, cmf)
Oh José,
custodio amante
de Jesús y de María,
enséñame a vivir siempre
en tan dulce compañía,
sé mi maestro
y mi guía
en la vida de oración.
No me falte en este día
tu amorosa protección
y en mi última agonía
tu piadosa intercesión.
San José,
Patrón de la Iglesia Universal.
Ruega por nosotros y por
el Apostolado Josefino.
Amén.
San José,
Tú que fuiste
servido por Dios,
yo también quiero ponerme a tu servicio, quiero honrarte
y amarte siempre
como mi maestro.
-San Alfonso María de Ligorio
¡Oh santísimo esposo de María! Aquí estamos quienes han sido asistidos por ti de una manera especial en todas las circunstancias y que te han escogido como patrono de la confianza.
¡Oh San José!, que has cumplido tu misión llevándola hasta las últimas consecuencias con una virtud perfecta.
Y nosotros, ¿no hemos sido llamados también? ¿No será que hay en nuestros caminos algo que aún falta por realizar?
Sí, en estos momentos trágicos en que la humanidad se encuentra en el delirio de una horrible decadencia, cada uno de nosotros ha recibido una misión específica en vista del Reino de tu purísima Esposa.
Con el auxilio de la Virgen y con tu protección, tenemos el deber de revertir la situación actual, combatir y vencer al mundo; y, en consecuencia, ser íntegros, prudentes y fieles.
Sin embargo, debido a nuestra condición humana, reconocemos que no nos encontramos a la altura de un panorama tan grandioso. Por eso, acudimos a ti para pedirte que nos acojas con tu paternal bondad y aceptes que nos consagremos a ti.
Por tu intercesión, colocamos nuestras almas y nuestro haber y poseer a los pies de nuestro Señor Jesucristo. Como eres el jefe de la Sagrada Familia, tu relación de autoridad sobre el Niño Jesús continuará por toda la eternidad, de tal forma que Él atenderá siempre tus peticiones.
Siendo así, venimos a suplicarte que, en cuanto Patriarca de la Santa Iglesia Católica, a la cual nunca dejas de socorrer, nos tomes a cada uno de nosotros en tus manos y nos gobiernes.
Y por tu intercesión junto a María Santísima, te rogamos nos obtengas tu fe y tu confianza, la certeza serena de que la Santa Iglesia llegará a su triunfo, el valor de los cruzados, la perfección con la que enfrentaste todas las perplejidades, y el esplendor de una santidad jamás vista en la Historia.
Así sea.
Salve, guardián del Redentor
y esposo de la Virgen María!
A ti Dios te ha confiado su Hijo;
en ti María puso su confianza;
contigo Cristo se hizo hombre.
Oh bienaventurado José, muéstrate como padre también para nosotros
y guíanos por el camino de la vida.
Alcánzanos gracia, misericordia, valentía,
y defiéndenos de todo mal.
¡Amén!
San José, hombre de silencio, tú que en el Evangelio no has pronunciado ninguna palabra, enséñanos a ayunar de las palabras vanas, a redescubrir el valor de las palabras que edifican, animan, consuelan, sostienen.
Hazte cercano a aquellos que sufren a causa de las palabras que hieren, como las calumnias y las maledicencias, y ayúdanos a unir siempre los hechos a las palabras.
Amén.
Oración del Papa Francisco a San José
Salve, custodio del Redentor y esposo de la Virgen María. A ti Dios confió a su Hijo, en ti María depositó su confianza, contigo Cristo se forjó como hombre. Oh, bienaventurado José, muéstrate padre también a nosotros y guíanos en el camino de la vida. Concédenos gracia, misericordia y valentía, y defiéndenos de todo mal. Amén.
Salve, San José, hombre justo, Dios te escogió como esposo de María y Jesús te honró con el nombre de padre.
Salve, custodio del Redentor y protector de la Iglesia universal, protege nuestras familias y asístenos en la hora de la muerte.
Amén
Dios te salve, José, lleno de la gracia divina.
Entre tus brazos descansó el Salvador y ante tus ojos creció.
Bendito eres entre todos los hombres, y bendito es Jesús, el hijo divino de tu virginal esposa.
San José, padre adoptivo de Jesús, ayúdanos en nuestras necesidades familiares, de salud y de trabajo, hasta el fin de nuestros días y socórrenos a la hora de nuestra muerte.
Amén
Glorioso Patriarca San José, que fuiste escogido por Dios para ser cabeza de la Sagrada familia, dígnate entrar en nuestra familia que hoy te invita, se postra con fe ante ti y suplica ser abrigada bajo tu manto y protección.
Desde este momento te elegimos por padre y protector, por consejero, guía y dueño de nuestras vidas. Ponemos bajo tu especial custodia cuanto somos y tenemos, nuestras almas y cuerpos, los bienes materiales y espirituales. A ti, patrono de la buena muerte confiamos el final de nuestra presencia en este mundo y el paso a la eternidad.
Poderoso San José, patrono de la Iglesia universal, defiéndenos de todos los peligros, asechanzas y engaños de nuestros enemigos visibles e invisibles. Consuélanos en las fatigas y amarguras de la vida,asístenos en las luchas y agonías de la muerte.
Intercede por nosotros ante la Virgen Gloriosa, tu santísima esposa.
Unido a María lleva nuestras plegarias a Jesús, el misericordioso Redentor del género humano, que fue tu Hijo adoptivo en esta tierra. Alcánzanos oportunas gracias para el camino de esta vida.
Acompáñanos paso a paso y durante todos nuestros días, hasta coronar el sueño más importante que es la eterna salvación. Amadísimo San José, quédate en nuestra familia, que quiere ser un Hogar de Nazaret y una verdadera Iglesia doméstica, en donde se viva la fe, la esperanza y el amor. Enséñanos a reflejar en nosotros tus elevadas virtudes y tu santidad silenciosa. Llévanos en tu corazón, que tú vivirás en el nuestro. Sigue, entra para siempre, esta es tu casa.
Amén.
“Glorioso patriarca san José, cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en mi ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan graves y difíciles que te confío, para que tengan una buena solución. Mi amado Padre, toda mi confianza está puesta en ti. Que no se diga que te haya invocado en vano y, como puedes hacer todo con Jesús y María, muéstrame que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén”
Acuérdate oh piadosísimo Patriarca y mi más querido protector, amado San José, que jamás se ha oído decir, que uno solo de los que han acudido a tu protección e implorado tu socorro, haya sido desamparado de ti.
Yo, pecador, animado con tal confianza, acudo a ti, Oh Padre Nutricio del Verbo Encarnado, a ti vengo, delante de ti me presento gimiendo bajo el peso de mis pecados.
No quieras, Oh esposo castísimo de la Virginal Madre de Dios, nuevo Abraham de corazón traspasado y voluntad perfecta, despreciar mis súplicas, antes bien, dígnate escucharlas y cumplirlas benignamente.
Así sea.
Fuente: Diario de Santa Faustina Kowalska No.1203
¡Oh glorioso Patriarca y Patrono de la Iglesia! ¡Oh virginal Esposo de la Virgen Madre de Dios! ¡Oh Guardián y Padre virginal del Verbo Encarnado! En presencia de Jesús y de María, te elijo este día como mi padre, mi guardián y mi protector.
Oh grandioso San José, a quien Dios eligió como Cabeza de la Sagrada Familia, acéptame, te lo ruego, aunque completamente indigno, como miembro de tu “santa casa.” Preséntame con tu Inmaculada Esposa y pídele que me adopte también como hijo suyo. Junto a ella, ruega para que yo piense constantemente en Jesús y lo sirva fielmente hasta el final de mi vida. Oh, Terror de los Demonios, incrementa en mí la virtud, protégeme del enemigo y ayúdame a no ofender a Dios de ninguna manera.
Oh mi Padre espiritual, hoy me consagro a ti. En fiel imitación a Jesús y a María, pongo todas mis preocupaciones bajo tu cuidado y protección. A ti, después de Jesús y de María, consagro mi cuerpo y mi alma con todas sus facultades, mi crecimiento espiritual, mi hogar y todos mis asuntos y proyectos. No me abandones, más bien adóptame como siervo e hijo de la Sagrada Familia. Cuídame en todo momento, pero especialmente a la hora de mi muerte. Consuélame y fortaléceme con la presencia de Jesús y de María para que contigo alabe y adore a la Santísima Trinidad por toda la eternidad.
Amén.
En este día, ante la inmensa multitud de testigos celestiales, yo, ______________________________, pecador(a) arrepentido(a), me consagro en cuerpo y alma a ti, San José.
Acudo a ti como mi padre espiritual y pongo mi vida y mi salvación en tus manos. Confiando en tu bondad, me resguardo bajo tu sagrado manto paternal pidiéndote que me protejas del mundo, de la carne y del demonio.
San José, tú que eres el esposo virginal de la Madre de Dios, ayúdame a amarla con tierno afecto y devoción filial. María es mi Madre espiritual y el camino más seguro, rápido y fácil para ir a Jesús. Mantenme cerca de ella y, junto con ella, acércame a Jesús.
Nunca te alejes de mí, San José. Nútreme con el Pan de Vida, instrúyeme con la sabiduría de los santos, ayúdame a cargar mi cruz, y consérvame siempre en la Iglesia Católica. Cuando muera, llévame al Reino de los Cielos para ver a Jesús y María.
A partir de ahora jamás te olvidaré. Hablaré de ti frecuentemente, pasaré tiempo contigo en la oración y, con tu ayuda, me esforzaré sinceramente en no volver a pecar. Si caigo, ayúdame a arrepentirme acudiendo a la Confesión. Si me pierdo, guíame de vuelta a la verdad.
Ante el cielo y la tierra mi alma clama: ¡Alabada sea la Santísima Trinidad que te hizo Príncipe de todas sus posesiones! ¡Alabada sea la Virgen María que te ama y anhela verte amado! Alabanzas a ti, mi Padre espiritual, ¡el gran San José!
¡Te entrego todo, San José! Tómame como posesión tuya. Soy tuyo.
Amén.
-Padre Donald Calloway, MIC
Yo, ________________________________, hijo(a) de Dios, te acepto a ti, San José, como mi padre espiritual. Confío en que Jesús y María me guiaron hasta ti para que te conozca, te ame y me consagre totalmente a ti.
Por eso, habiendo llegado a conocerte y amarte, me consagro del todo a ti, San José. Te quiero en mi vida, te necesito en mi vida. ¡Adóptame como hijo espiritual tuyo, oh grandioso San José! No quiero perderme nada de tu paternidad protectora.
Fuiste esposo providente de María, mi Madre espiritual, y te agradezco haberle sido siempre fiel; gracias por amarla tanto y por ofrecer toda tu vida en su servicio.
Como padre virginal de Jesús, cuidaste de mi Señor y lo protegiste de los hombres malvados; gracias por proteger la vida de mi Salvador. Gracias a ti, Jesús pudo derramar su Sangre por mí en la Cruz. Gracias a ti, San José, tengo esperanza en la vida eterna celestial.
Como mi padre espiritual, sé que tú me guiarás también y me protegerás. Te pido que me instruyas en los caminos de la oración, de la virtud y de la santidad. Quiero ser como tú, San José. Quiero ser puro, humilde, amoroso y misericordioso.
Ahora que ya soy tuyo y tú eres mío, prometo nunca olvidarte. ¡Sé que nunca me olvidarás, y esto me da una inmensa alegría! ¡Soy amado por San José! ¡Yo le pertenezco!
Alabada sea la Santísima Trinidad que te bendijo y te elevó a la mayor santidad después de María. Alabada sea la Virgen que te ama tanto y quiere que las almas te amen. ¡Alabado seas, San José, mi padre, mi custodio y mi todo!
¡Amén!
-Padre Donald Calloway, MIC
Me consagro a ti, buen San José, mi padre espiritual. Te elijo para gobernar mi alma y enseñarme la vida interior, la vida oculta con Jesús, con María y contigo.
Sobre todo, quiero imitar el humilde silencio con el que envolviste a Jesús y a María. Para mí, todo se basa en eso, en la abnegación, como la de Nuestro Señor en su vida oculta, haciendo que el mundo me olvide, por mi silencio y mi práctica de la virtud.
Me consagro a ti como mi guía y modelo en todos mis deberes, para que aprenda a cumplirlos con mansedumbre y humildad: con mansedumbre hacia mis hermanos, mi prójimo y todos aquellos con quienes tengo contacto; con humildad hacia mí mismo, y sencillez delante de Dios.
Te elijo, buen santo, como mi consejero, confidente y protector en todas mis dificultades y pruebas. No pido ser liberado de cruces y sufrimientos, sino sólo del amor propio que podría quitarles su valor si me glorío de mis tribulaciones.
Te elijo como mi protector. Sé mi padre como lo fuiste de la Sagrada Familia en Nazaret. Sé mi guía; sé mi protector. No pido bienes temporales, grandeza o poder, sólo pido servir con fidelidad y dedicación a mi Rey divino.
Te honraré, amaré y serviré con María, mi Madre, y nunca separaré su nombre del tuyo.
Oh Jesús, dame a José por padre, así como me diste a María por Madre. Lléname de devoción, confianza y amor filial. Escucha mi oración. Sé que lo harás. Ya me siento más devoto, más lleno de esperanza y confianza en el buen San José, tu padre adoptivo y mi padre espiritual.
Amén.
- San Pedro Julián Eymard
Oh santo patriarca, me regocijo contigo a causa de la elevadísima dignidad por la que fuiste considerado digno de servir a Jesús como un padre, de darle órdenes y de ser obedecido por Aquél a quien el cielo y la tierra obedecen.
Oh gran santo, puesto que fuiste servido por Dios, yo también quiero ponerme a tu servicio. Te elijo, después de María, para ser mi principal defensor y protector.
Prometo honrarte todos los días con algún acto especial de devoción, y entregarme diariamente a tu protección.
Por esa dulce compañía que Jesús y María te dieron durante tu vida, protégeme durante toda mi vida, para que nunca me separe de mi Dios por la pérdida de su gracia.
Mi querido San José, ruega a Jesús por mí. Ciertamente, Él jamás te negará nada, ya que obedeció todas tus órdenes mientras estaba en la tierra. Pídele que me desapegue de toda criatura y de mí mismo, que me inflame con su santo amor, y que luego haga conmigo lo que le plazca.
Por las atenciones que Jesús y María te prodigaron al morir, te suplico que me protejas de una manera especial a la hora de mi muerte, para que muriendo asistido por ti, en compañía de Jesús y de María, pueda ir a agradecerte al paraíso, y en tu compañía, alabar a mi Dios por toda la eternidad.
Amén.
San Alfonso María de Ligorio
Oh, mi amado San José, adóptame como hijo tuyo. Te encomiendo mi salvación; cuida de mí día y noche; guárdame de las ocasiones de pecado; obtén para mí pureza de cuerpo. Por tu intercesión ante Jesús, concédeme un espíritu de sacrificio, humildad, abnegación, amor ardiente a Jesús en el Santísimo Sacramento y un dulce y tierno amor a María, mi Madre. San José, quédate a mi lado mientras viva, quédate a mi lado mientras muera, y obtén para mí un juicio favorable de Jesús, mi Salvador misericordioso.
Amén.
-San Bernardino de Siena
San José, esposo de María, padre virginal de Jesús y mi padre espiritual, me consagro enteramente a ti. Abrazo amorosamente tu paternidad y me refugio bajo tu sagrado manto paternal. Ayúdame hoy a rezar y ser virtuoso. Instrúyeme en la sabiduría de los santos, protégeme de los engaños del enemigo, ayúdame a no pecar, y si hoy expirara mi último aliento, quédate a mi lado y llévame al cielo con Jesús y María.
Amén.
-Padre Donald Calloway, MIC
San José, fuerte padre espiritual, defiéndeme de los pecados de la carne. Jesús dijo: “Bienaventurados los puros de corazón, porque ellos verán a Dios”. San José, Terror de los Demonios, protégeme de la lujuria, de los deseos inmorales de mi corazón y de las acciones impuras de mi cuerpo. Ayúdame a no ofender a Dios. Aquí y ahora me encadeno a ti y sacrifico todo por el bien, la verdad y la belleza. Te amo, San José, y te agradezco que seas mi padre espiritual. Amén. -Padre Donald Calloway, MIC
Oh, maravilloso San José, con todo mi corazón encomiendo a tu cuidado la salvación de _____________. Jesús derramó su Sangre por esta persona; no permitas que la Preciosa Sangre de Nuestro Salvador haya sido derramada en vano. Libera a ______________________ de los engaños del demonio. Sana a _________________ del veneno del mundo, y te suplico que no dejes de interceder por _______________ hasta que las puertas del cielo se abran a su alma. Ruégale a tu Esposa que ponga a ___________________ bajo su manto maternal. Mientras esta alma viva en la tierra, concédele la conversión, el amor a Jesús, a María y a la Iglesia Católica, y que regrese a participar plenamente de los Sacramentos. ¿A quién podría yo recurrir sino a ti, mi padre espiritual? En ti está puesta mi confianza, en ti pongo mi esperanza, escucha mi oración, padre espiritual, y aleja mis temores. Dios te escuchará. Pídeselo en mi nombre por el amor que nos tienes a todos. Amén.
- Padre Donald Calloway, MIC
Oh glorioso patriarca San José, tú que fuiste elegido por Dios sobre todos los hombres para ser la cabeza terrenal de la más sagrada de las familias, te suplico que me aceptes dentro de los pliegues de tu sagrado manto, para que seas el guardián y custodio de mi alma. A partir de este momento te elijo como mi padre, mi protector, mi consejero y mi patrono, y te suplico que pongas bajo tu custodia mi cuerpo, mi alma, todo lo que soy, lo que poseo, mi vida y mi muerte. Mírame como a uno de tus hijos; defiéndeme de la traición de mis enemigos, invisibles o no, ayúdame en todo momento en todas mis necesidades; consuélame en la amargura de mi vida y especialmente a la hora de mi muerte, y aunque sea una sola palabra, háblale de mí al Redentor Divino, a quien fuiste digno de sostener entre tus brazos, y a la Santísima Virgen María, tu castísima Esposa. Pide para mí esas bendiciones que me llevarán a la salvación. Inclúyeme entre aquellos que te son más queridos, y me dedicaré a demostrarte que soy digno de tu especial patrocinio. Amén.
Te saludo, José, imagen de Dios Padre
Te saludo, José, padre de Dios Hijo
Te saludo, José, santuario del Espíritu Santo
Te saludo, José, amado de la Santísima Trinidad
Te saludo, José, fidelísimo coadjutor del gran consejo
Te saludo, José, dignísimo Esposo de la Virgen María
Te saludo, José, padre de todos los fieles
Te saludo, José, guardián de los que han abrazado la santa virginidad
Te saludo, José, fiel observador del sagrado silencio
Te saludo, José, amante de la santa pobreza
Te saludo, José, modelo de mansedumbre y paciencia
Te saludo, José, espejo de humildad y obediencia
Bendito eres entre todos los hombres
Benditos tus ojos que han visto lo que tú has visto
Benditos tus oídos que han escuchado lo que tú has escuchado
Benditas tus manos que han tocado y atendido al Verbo encarnado
Benditos tus brazos que han sostenido a Aquél que todo lo sostiene
Bendito tu pecho sobre el que el Hijo de Dios descansó tiernamente
Bendito tu corazón inflamado de amor ardiente
Bendito sea el Padre Eterno que te eligió
Bendito sea el Hijo que por siempre te amó
Bendito sea el Espíritu Santo que te santificó
Bendita sea María, tu Esposa, que te cuidó como Esposo y hermano
Bendito sea el Ángel que te sirvió de guardián Y benditos sean por siempre todos los que te aman y te bendicen. Amén.
-San Juan Eudes
San José, por la asistencia que Jesús y María te dispensaron al morir, te suplico que me protejas de una manera especial en la hora de mi muerte, para que muriendo asistido por ti, en compañía de Jesús y de María, pueda ir a agradecerte en el cielo, y en tu compañía cantar alabanzas a Dios por toda la eternidad. Amén.
-Oración de San Alfonso María de Ligorio por una buena muerte
San José, Vicario del Espíritu Santo en el cumplimiento de los deberes de tu maravilloso matrimonio con María, preséntale el Espíritu Santo a mi voluntad, para que ésta se encienda con el santo amor de Dios. Preséntale a mi voluntad la Santísima Trinidad para que mis deseos estén siempre a disposición de Dios. Ofrece mi corazón a Dios para que Él lo habite como un trono de amor y misericordia. Presenta los movimientos de mi alma y todos los afectos de mi corazón a Dios para que, por tu intercesión, siempre sea fiel a la gracia y las inspiraciones del Espíritu Santo. Amén.
-Beato Bartolo Longo
Postrado a tus pies, oh gran santo, te venero como padre de mi Señor y Dios. Eres la cabeza de la Sagrada Familia, y causa de alegría y deleite de la Santísima Trinidad. ¡Qué gloria para ti ser padre de un Hijo que es el Unigénito de Dios! Qué bendición saber que eres un padre para nosotros y que somos tus hijos. Sí, somos tus hijos porque somos hermanos de Jesucristo, que quiso llamarse Hijo tuyo. Como hijos tuyos, tenemos derecho a la ternura y bondad de tu corazón paterno; por eso te pedimos: ¡acéptanos! ¡Tómanos bajo tu protección! Enséñanos a amar la paciencia, la prudencia, la amabilidad, la modestia y la pureza. Sé nuestro refugio y consuelo en todos nuestros dolores, en todas nuestras necesidades, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
-Beato Bartolo Longo
Oh glorioso San José, tú que obedeciste fielmente la ley de Dios, tu corazón fue traspasado al ver la Preciosa Sangre que fue derramada por el Salvador Niño durante su circuncisión, pero el nombre de Jesús te dio nueva vida y te llenó de una silenciosa alegría. Por ese dolor y alegría, obtén para nosotros la gracia de ser liberados de todo pecado durante la vida, y morir gozosos con el santo nombre de Jesús en nuestros corazones y en nuestros labios. Amén.
- San Pedro Julián Eymard
Recuérdanos, San José, y ruega por nosotros a tu Hijo adoptivo. Pídele a tu santísima Esposa, la Virgen María, que nos mire piadosamente ya que ella es la Madre de Aquél que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina eternamente. Amén.
-San Bernardino de Siena
San José, Esposo de la Virgen Madre de Dios, ¡enséñanos incesantemente todas las verdades divinas y toda la dignidad humana contenida en la vocación de los esposos y padres!
San José, obtennos de Dios que cooperemos, constantemente, con la gracia del gran sacramento en el que el hombre y la mujer se prometen mutuamente amor, fidelidad e integridad conyugal ¡hasta la muerte!
San José, hombre de justicia, enséñanos el amor responsable hacia los que Dios nos ha encomendado de una forma especial: amor entre los esposos, amor entre los padres y aquellos a quienes han dado vida.
Enséñanos a ser responsables de cada vida desde el primer momento de su concepción hasta el último instante en esta tierra.
Enséñanos a tener un gran respeto por el don de la vida. Enséñanos a adorar profundamente al Creador, Padre y Dador de vida.
San José, patrono del trabajo humano, asístenos siempre en el trabajo, que es la vocación del hombre sobre la tierra. Enséñanos a resolver los problemas difíciles relacionados con el trabajo en la vida de cada generación, comenzando con los jóvenes, y en la vida de la sociedad.
San José, protector de la Iglesia, hoy, en tu solemnidad, oramos a Dios con estas palabras: “Dios Todopoderoso, que elegiste confiar el inicio de nuestra redención al amoroso cuidado de San José, por su intercesión concédenos que tu Iglesia coopere fielmente en el cumplimiento de la obra de salvación.” Amén.
-San Juan Pablo II para la Solemnidad de San José (marzo 19)
Glorioso San José, Esposo de la Virgen María, te suplicamos a través del Corazón de Jesucristo, que nos concedas tu protección paterna. Tú, que con tu poder alcanzas todas nuestras necesidades y que sabes cómo hacer posibles las cosas más imposibles, vuelve tus ojos paternales a las necesidades de tus hijos. En la confusión y el dolor que nos aprisionan, recurrimos a ti con confianza. Dígnate tomar bajo tu guía caritativa este importante y difícil asunto, la causa de nuestras preocupaciones, y haz que su feliz resultado sirva para la gloria de Dios y el bien de sus devotos servidores. Amén.
-San Francisco de Sales
Oh San José, guardián de Jesús y casto esposo de María, tú que pasaste tu vida en el cumplimiento perfecto del deber, sosteniendo a la Sagrada Familia de Nazaret con el trabajo de tus manos, guarda amablemente a quienes con total confianza ahora acuden a ti.
Tú conoces sus aspiraciones, sus miserias y sus esperanzas. Vienen a ti porque saben que los entiendes y los proteges.
Tú también has experimentado las pruebas, el trabajo y el cansancio, pero aun en medio de las preocupaciones de la vida material, tu alma estaba llena de una paz profunda, y se regocijaba en una alegría infalible por la intimidad con el Hijo de Dios que te fue confiada, y con María, su dulcísima Madre.
Que aquellos a quienes proteges comprendan que no están solos en sus duros afanes, y enséñales a descubrir a Jesús que permanece a su lado, a recibirlo con gracia y protegerlo fielmente como tú lo hiciste, y que con tu intercesión, en cada familia, fábrica, taller, o donde sea que trabaje un cristiano, puedan estar colmados de caridad, paciencia, justicia y buscando lo recto, para que el cielo derrame sobre ellos sus abundantes dones. Amén.
-Papa San Juan XXIII
Glorioso San José, modelo de todos los trabajadores, obtenme la gracia de trabajar con espíritu de penitencia por la expiación de mis innumerables pecados; de trabajar a conciencia, poniendo el culto al deber por encima de mis inclinaciones; de trabajar con alegría y gratitud, considerando un honor el emplear y desarrollar por el trabajo los dones que he recibido de Dios; de trabajar con orden, paz, moderación y paciencia, sin retroceder jamás ante el cansancio y las dificultades; de trabajar sobre todo con pureza de intención y desprendimiento de mí mismo, teniendo siempre ante mis ojos la muerte y la cuenta que deberé rendir del tiempo perdido, de los talentos inutilizados, del bien omitido y de las vanas complacencias en el éxito, tan funestas para la obra de Dios. Amén
A ti acudimos, bendito San José, en nuestra tribulación, y después de haber invocado el auxilio de tu Santísima Esposa, ahora te pedimos, con el corazón lleno de confianza, que nos protejas. Por ese sagrado vínculo de caridad que te unió a la Inmaculada Virgen Madre de Dios, y por el amor paternal con el que abrazaste al Niño Jesús, te suplicamos humildemente que mires con misericordia la amada descendencia que Jesucristo adquirió con su Sangre, y que con tu poder y fortaleza nos socorras en nuestras necesidades.
Protege, oh providentísimo custodio de la Sagrada Familia, a los hijos elegidos de Jesucristo. Aparta de nosotros, oh amadísimo padre, toda mancha de error y corrupción. Asístenos desde el cielo, valientísimo defensor, en esta lucha contra los poderes de las tinieblas, y así como libraste al Niño Jesús del peligro mortal, ahora defiende a la santa Iglesia de Dios de los engaños del enemigo y de toda adversidad.
Cúbrenos con tu constante protección para que, apoyados con tu ejemplo y fortalecidos con tu ayuda, podamos vivir una vida virtuosa, tener una muerte dichosa y obtener en el cielo la bendición eterna.
Amén.
Oh, casto Esposo de la más pura y santa de todas las criaturas; qué gozo el tuyo de haber hallado tan grande favor y gracia del Padre Eterno que nos entregó a su Hijo; ante el Hijo que te hizo tutor de su sagrada humanidad; ante el Espíritu Santo que te confió a su cónyuge para que pudieras ser como los querubines que guardaban el fruto de la vida en el jardín del Edén.
¡Cuán felices y bendecidos son aquellos a quienes amas y tomas bajo tu protección! Oh fiel guardián de la Madre de Dios, guarda a los que te honran en medio de las pruebas y alegrías de esta vida. Amable tutor de Jesús, socorre a tus siervos en los peligros y dificultades de su exilio; que sientan los efectos de tu amor. Obtén para ellos la devoción a tu Esposa, la fidelidad a tu Hijo, y el respeto inquebrantable por el Padre Eterno que reina con el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.
Salve, José, el justo, la sabiduría está contigo; bendito eres entre todos los hombres y bendito es Jesús, el fruto de María, tu fiel esposa.
Santísimo José, digno padre adoptivo de Jesucristo, ruega por nosotros, pecadores, y obtennos de Dios la sabiduría divina, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Acuérdate, oh castísimo esposo de la Virgen María y amable protector mío San José, que jamás se ha oído decir que ninguno que haya invocado tu protección e implorado tu auxilio, no haya sido consolado. Confiando plenamente en tu poder, ya que ejerciste con Jesús el cargo de Padre, vengo a tu presencia y me encomiendo a Ti con todo fervor. No deseches mis súplicas, antes bien acógelas propicio y dígnate acceder a ellas piadosamente.
Amén.
Oh San José, padre muy amoroso, fiel guardián de Jesús y casto esposo de la Madre de Dios, te pedimos que le recuerdes a Dios Padre todo el amor que tuvo por nosotros ofreciéndonos a su Hijo, muerto y resucitado para pasarnos su vida.
Por la omnipotencia de Jesús, obtén para nosotros el favor que buscamos del Padre Eterno …
Pídele misericordia para sus hijos.
Que, desde el corazón de su Reino, se incline hacia nosotros, los peregrinos en la tierra; acuérdate de ellos y de aquellos que sufren y lloran.
Que el Señor Jesús, sensible a nuestras oraciones y atento a tu intercesión como a la de María tu esposa, responda a nuestra confianza y nos otorgue vivir en la alegría y la esperanza.
Amén.
Salve, custodio del Redentor y esposo de la Virgen María. A ti Dios confió a su Hijo, en ti María depositó su confianza, contigo Cristo se forjó como hombre.
Oh, bienaventurado José, muéstrate padre también a nosotros y guíanos en el camino de la vida. Concédenos gracia, misericordia y valentía, y defiéndenos de todo mal.
Amén.
Papa Francisco
¡Glorioso San José, castísimo esposo de la Madre de Dios, dignísimo bienhechor del Niño Jesús, y el fidelísimo protector de los que confían en Vos!
yo, N…......en presencia de la muy adorable Trinidad, de Jesucristo, vuestro hijo presuntivo y mi verdadero Salvador, de la bienaventurada Virgen, vuestra Esposa, y mi honorabilísima Madre, de mi ángel de la guarda y de todos los santos habitantes del cielo, os escojo hoy por mi padre, mi señor y mi primer patrón cerca de Jesús y María, y me propongo amaros, honraros y serviros como Ellos tanto cuanto pueda.
Os ofrezco, lo que ya les pertenece, mi alma, mi cuerpo, mis designios, mis obras y mi vida, a fin de que también os pertenezcan y que os dignéis presentarles otra vez todo lo que soy y seré eternamente.
Os suplico de todo corazón, por los méritos de Ambos, que os sirváis aun ponerme bajo vuestra guardia particular, conservarme en Vuestra santa amistad, y socorrerme en todo cuanto necesite mi cuerpo y mi alma, ahora y en la hora de mi muerte.
Así sea.
Oh San José, cuya protección es tan grande, tan poderosa y eficaz ante el trono de Dios, en vuestras manos entrego todos mis intereses y mis deseos.
Oh San José, asistidme con vuestra poderosa intercesión. Obtened para mí, de vuestro Divino Hijo, Nuestro Señor, todas las bendiciones espirituales que necesito. A fin de que, habiendo conseguido, aquí en la tierra, la ayuda de vuestro poder celestial, pueda ofrecer mi gratitud y homenaje, al Padre más Amoroso.
Oh San José, nunca me cansaré de contemplaros con el Niño Jesús dormido en vuestros brazos. No me atrevo a acercarme mientras que el Niño reposa sobre vuestro corazón. Abrazadle fuertemente en mi nombre; y de parte mía, besad su fina y delicada Cabecita. Luego, suplicadle que me devuelva ese beso a la hora de mi último suspiro. San José, patrón de los moribundos, rogad por nosotros. Amén.
---------Rezarla por nueve mañanas consecutivas por lo que usted desea(no olvidar rezar también por los que no rezan). Jamás o raramente ha fallado.
Esta oración fue descubierta el año quincuagésimo de Nuestro Señor Jesucristo. En el siglo XVI. envió el Papa esta Oración al Emperador Carlos. El emperador recibió esta oración al prepararse para emprender la batalla.
Los que leyesen esta oración serán premiados. Igualmente se premiará a los que la escuchasen al ser leída o si la llevasen en su persona. A todas estas almas se les promete que no morirán repentinamente; ni se ahogarán; ni serán afectados por el veneno. No caerán en manos de sus enemigos; ni serán consumidos en ningún incendio; ni aun derrotados en la batalla.----
Bienaventurado San José, acudimos en nuestra tribulación; y, después de invocar el auxilio de tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente tu patrocinio.
Por aquella caridad que con la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, te tuvo unido, y por el paterno amor con que abrazaste al Niño Jesús, humildemente te suplicamos vuelvas benigno los ojos a la herencia que con su Sangre adquirió Jesucristo, y con tu poder y auxilio socorrás nuestras necesidades.
Protege, oh providentísimo Custodio de la Sagrada Familia, la escogida descendencia de Jesucristo; aparta de nosotros toda mancha de error y corrupción; asistenos propicio, desde el Cielo, fortísimo libertador nuestro en esta lucha con el poder de las tinieblas; y, como en otro tiempo libráste al Niño Jesús del inminente peligro de su vida, así, ahora, defiende la Iglesia Santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y de toda adversidad.
Y a cada uno de nosotros protegenos con perpetuo patrocinio, para que, a ejemplo tuyo y sostenidos por tu auxilio, podamos santamente vivir y piadosamente morir y alcanzar en el Cielo la eterna felicidad.
Amén
Enséñanos José,
Cómo se es no protagonista.
Cómo se avanza, sin pisotear.
Cómo se colabora, sin imponerse.
Cómo se ama, sin exigir.
Dinos José,
Cómo se vive, siendo el número dos.
Cómo se hacen cosas importantes, desde un segundo lugar.
Explicanos José,
Como se es grande, sin exhibirse.
Cómo se lucha, sin aplausos.
Cómo se avanza, sin publicidad.
Cómo perseveramos y morimos, sin esperar que nos hagan un homenaje.
Amén
DEVOCION DE LOS TREINTA DIAS DE SAN JOSE
Para obtener alguna gracia extraordinaria ¡Oh amabilísimo Patriarca San José! Desde el abismo de mi pequeñez y miseria os contemplo con emoción y alegría de mi alma en vuestro trono del cielo, como gloria y gozo de los Bienaventurados, pero también como padre de los huérfanos en la tierra, consolador de los tristes, amparador de los desvalidos, auxiliador de los Angeles y Santos ante el trono de Dios, de vuestro Jesús y de vuestra santa Esposa.
Por eso yo pobre, desvalido, triste y necesitado a Vos dirijo hoy y siempre mis lágrimas y penas, mis ruegos y clamores del alma, mis arrepentimientos y mis esperanzas: y hoy especialmente os traigo ante vuestro altar y vuestra imagen una pena que consoléis, un mal que remediéis, una desgracia que impidáis, una necesidad que socorráis, una gracia que obtengáis para mí y para mis seres queridos.
Y para conmoveros y obligaros a oírme y conseguírmelo, os lo pediré y demandaré durante treinta días continuos, en reverencia a los treinta años, que vivisteis en la tierra con Jesús y María: y os ío pediré, urgente, y confiadamente, invocando todos los títulos que tenéis para compadeceros de mí, y todos los motivos que tengo para esperar que no dilataréis el oír mi petición, y remediar mi necesidad; siendo tan cierta mi fe en vuestra bondad y poder, que al sentirla os sentiréis también obligado a obtener y darme más aún de lo que os pido y deseo.
1) Os lo pido por la bondad divina que obligó al Verbo Eterno a encarnarse y nacer en la pobre naturaleza humana, como Hijo de Dios, Dios Hombre y Dios del hombre.
2) Os lo suplico por vuestra ansiedad inmensa al sentiros obligado a abandonar a vuestra santa Esposa.
3) Os lo ruego por vuestra resignación dolorosísima para buscar un establo y un pesebre para palacio y cuna de Dios nacido entre los hombres.
4) Os imploro por la dolorosa y humillante Circuncisión de vuestro Jesús, y por el santo, glorioso y dulcísimo nombre que le impusisteis por orden del Eterno.
5) Os lo demando por vuestro sobresalto al oír del Angel la muerte decretada contra vuestro Hijo Dios, por vuestra obedientísima huida a Egipto, por las penalidades y peligros del camino, por la pobreza extrema del destierro y por vuestras ansiedades ai volver de Egipto a Nazaret.
6) Os lo pido por vuestra aflicción dolorosí- sima de tres días, al perder a Vuestro Hijo, y por vuestra consolación suavísima al encontrar le en el templo, y por vuestra felicidad inefable de los treinta años que tuvisteis en Nazaret con Jesús y María sujetos a vuestra autoridad y providencia.
7) Os io ruego y espero por el heroico sacrificio, con que ofrecisteis la víctima de vuestro Jesús al Dios Eterno para la cruz y para la muerte por nuestros pecados y nuestra redención.
8) Os lo demando por la dolorosa previsión que os hacía todos los días contemplar aquellas manos infantiles, taladradas después en la cruz por agudos clavos; aquella cabeza que se reclinaba dulcisimamente sobre vuestro pecho, coronada de espinas; aquel cuerpo divino que estrechabais contra vuestro corazón, desnudo, ensangrentado y extendido sobre los brazos de la Cruz, aquel último momento en que le veíais expirar y morir.
9) Os lo pido por vuestro dulcísimo tránsito de esta vida en los brazos de Jesús y María y vuestra entrada en el Limbo de los Justos y al fin en el cielo.
10) Os lo suplico por vuestro gozo y vuestra gloria, cuando contemplasteis la Resurrección de vuestro Jesús, su subida y entrada en los cielos y su trono de Rey inmortal de los Siglos.
11) Os lo demando por vuestra dicha inefable cuando visteis salir del sepulcro a vuestra santísima esposa resucitada, y ser subida a los cielos por los Angeles y coronada por el Eterno, y entronizada en un solio junto al vuestro.
12) Os lo pido y ruego y espero confiadamente por vuestros trabajos, penalidades y sacrificios en la tierra, y por vuestros triunfos y glorias y feliz bienaventuranza en el cielo con vuestro Hijo Jesús y vuestra esposa Santa María.
¡Oh mi buen Patriarca San José! Yo, inspirado en las enseñanzas de la Iglesia Santa y de sus Doctores y Teólogos, y en el sentido universal del pueblo cristiano, siento en mí una fuerza misteriosa, que me alienta y obliga a pediros y suplicaros y esperar me obtengáis de Dios la grande y extraordinaria gracia que voy a poner ante vuestra imagen y ante vuestro trono de bondad y poder en el cielo.
Aquí, levantando el corazón a lo alto, se lepedirá al Santo, con amorosa instancia lagracia que se desea.
Obtenedme también para los míos y los que me han pedido ruegue por ellos, todo cuanto desean y le es conveniente.
San José rogad por nosotros: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.
ORACION: Oh Dios, que con inefable providencia te dignaste escoger al bienaventurado José por Esposo de tu Madre Santísima; concédenos que, pues le veneramos como protector en la tierra, merezcamos tenerle como intercesor en los cielos.
Oh Dios, que vives y reinas en los siglos de los siglos.
Amén.
+ Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor Dios nuestro.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Credo
Las intenciones del Rosario de hoy son:
Oración:
Oh San José, que con amor trabajaste la madera para en esta vida, vida pasajera, a tu familia el pan de cada día proveer; Oh San José, ahora en el cielo con Cristo, que extendido en el madero en el que vida eterna al hombre dio, enséñanos a reconocer en el quehacer de cada día el camino hacia Dios.
Primera Virtud
Por el tiempo que a María esperaste, danos la virtud para en silencio pacientemente esperar, esto es danos la paz.
Padrenuestro, cinco Avejosé:
(¡Dios te salve, oh José, esposo de María, lleno de gracia! Jesús y su Madre están contigo: bendito tú eres entre todos los hombres y bendito es Jesús, el Hijo de María. San José ruega por nosotros, los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.),
Un Gloria y la jaculatoria: Amado San José haz crecer en mí la fe, y en ella encontraré, la esperanza y caridad.
Segunda Virtud
Por aceptar en castidad para María desposar, danos la virtud para vivir en pureza y castidad.
Padrenuestro, cinco Avejosé:
(¡Dios te salve, oh José, esposo de María, lleno de gracia! Jesús y su Madre están contigo: bendito tú eres entre todos los hombres y bendito es Jesús, el Hijo de María. San José ruega por nosotros, los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.),
Un Gloria y la jaculatoria: Amado San José haz crecer en mí la fe, y en ella encontraré, la esperanza y caridad.
Tercera Virtud
Por aceptar la paternidad de Jesús, danos la virtud para sólo hacer la voluntad de Dios.
Padrenuestro, cinco Avejosé:
(¡Dios te salve, oh José, esposo de María, lleno de gracia! Jesús y su Madre están contigo: bendito tú eres entre todos los hombres y bendito es Jesús, el Hijo de María. San José ruega por nosotros, los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.),
Un Gloria y la jaculatoria: Amado San José haz crecer en mí la fe, y en ella encontraré, la esperanza y caridad.
Quarta Virtud
Por el día que todo dejaste para tu Hijo salvar, danos la virtud para cumplir lo que Dios pida y vivir, como Tú, en santa obediencia.
Padrenuestro, cinco Avejosé:
(¡Dios te salve, oh José, esposo de María, lleno de gracia! Jesús y su Madre están contigo: bendito tú eres entre todos los hombres y bendito es Jesús, el Hijo de María. San José ruega por nosotros, los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.),
Un Gloria y la jaculatoria: Amado San José haz crecer en mí la fe, y en ella encontraré, la esperanza y caridad.
Quinta Virtud
Padrenuestro, cinco Avejosé:
(¡Dios te salve, oh José, esposo de María, lleno de gracia! Jesús y su Madre están contigo: bendito tú eres entre todos los hombres y bendito es Jesús, el Hijo de María. San José ruega por nosotros, los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.),
Un Gloria y la jaculatoria: Amado San José haz crecer en mí la fe, y en ella encontraré, la esperanza y caridad.
Oración:
Tú, San José, patrono de las familias, protector de la Iglesia, defensor de la niñez y fiel guardián de las madres, ayúdanos para recibir la gracia y alcanzar así las virtudes gloriosas de tu corazón en la castidad, prudencia, justicia y humildad. Amén.
Para terminar:
Oración por las intenciones del Santo Padre para que nos conduzca al triunfo del Inmaculado Corazón de María y del Sagrado Corazón de Jesús:
Padrenuestro, tres Avemarías y Gloria.
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén
San José, a cuya fiel custodia fueron encomendadas la misma inocencia, Cristo Jesús, y la Virgen de las vírgenes, María. Por estas dos queridísimas prendas, Jesús y María, te ruego y te suplico me alcances que, preservado de toda impureza, sirva siempre con alma limpia, corazón puro y cuerpo casto a Jesús y a María.
Amén.
Oh san José, cuya protección es tan grande, tan fuerte y tan inmediata ante el trono de Dios, a ti confío todas mis intenciones y deseos.
Ayúdame, san José, con tu poderosa intercesión, a obtener todas las bendiciones espirituales por intercesión de tu Hijo adoptivo, Jesucristo Nuestro Señor, de modo que, al confiarme, aquí en la tierra, a tu poder celestial, Te tribute mi agradecimiento y homenaje.
Oh san José, yo nunca me canso de contemplarte con Jesús adormecido en tus brazos. No me atrevo a acercarme cuando Él descansa junto a tu corazón. Abrázale en mi nombre, besa por mí su delicado rostro y pídele que me devuelva ese beso cuando yo exhale mi último suspiro.
¡San José, patrono de las almas que parten, ruega por mi! Amén.
Custodio y padre de vírgenes, San José, a cuya fiel custodia fueron encomendadas la misma inocencia, Cristo Jesús, y la Virgen de las vírgenes, María. Por estas dos querídísimas prendas, Jesús y María, te ruego y te suplico me alcances que, preservado de toda impureza, sirva siempre con alma limpia, corazón puro y cuerpo casto a Jesús y a María.
Amén.
¡Dios te salve, oh José, esposo de María, lleno de gracia! Jesús y su Madre están contigo: bendito tú eres entre todos los hombres y bendito es Jesús, el Hijo de María. San José, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
San José bendito tú has sido el árbol elegido por Dios no para dar fruto, sino para dar sombra. Sombra protectora de María, tu esposa; sombra de Jesús, que te llamó Padre y al que te entregaste del todo.
Tu vida, tejida de trabajo y de silencio, me enseña a ser fiel en todas las situaciones; me enseña, sobre todo, a esperar en la oscuridad. Siete dolores y siete gozos resumen tu existencia: fueron los gozos de Cristo y María, expresión de tu donación sin límites.
Que tu ejemplo de hombre justo y bueno me acompañe en todo momento para saber florecer allí donde la voluntad de Dios me ha plantado. Amén.
Santo Patriarca, dignísimo esposo de la Virgen María y Padre adoptivo de Nuestro Redentor Jesús, que por vuestras heroicas virtudes, dolores y gozos merecisteis tan singulares títulos; y por ellos, especialísimos privilegios para interceder por vuestros devotos; os suplico, Santo mío, alcancéis la fragante pureza a los jóvenes y doncellas, castidad a los casados, continencia a los viudos, santidad y celo a los sacerdotes, paciencia a los confesores, obediencia a los religiosos, fortaleza a los perseguidos, discreción y consejo a los superiores, auxilios poderosos a los pecadores e infieles para que se conviertan, perseverancia a los penitentes, y que todos logremos ser devotos de vuestra amada Esposa, María Santísima, para que por su intercesión y la vuestra podamos vencer a nuestros enemigos, por los méritos de Jesús, y conseguir las gracias y favores que os hemos pedido para santificar nuestras almas hasta conseguir dichosa muerte, y gozar de Dios eternamente en el Cielo.
Amén.
Oh glorioso Patriarca, San José, a Vos vengo para veneraros de corazón como al más fiel esposo de la madre de Dios, como cabeza de la familia más santa, como padre nutricio del Hijo de Dios, y como el leal depositario de los tesoros de la Santísima Trinidad.
En vuestra persona honro la elección del Padre que quiso compartir con Vos la autoridad sobre su Unigénito Hijo; venero la elección del Hijo divino quien quería obedeceros y recibir su sustento ganado por el trabajo de vuestras manos; la elección del Espíritu Santo, quien os confió su castísima esposa. Os ensalzo porque habéis llevado en vuestras manos al Niño Dios, estrechándole a vuestro pecho, transportado de alegría.
Amén.
Nos dirigimos a ti, Oh bendito San José, nuestro protector en la tierra, como quien conoce el valor del trabajo y la respuesta a nuestro llamado. A través de tu Santa Esposa, la Inmaculada Virgen Madre de Dios, y sabiendo el amor paternal que tuviste a nuestro Señor Jesús, te pedimos nos asistas en nuestras necesidades y fortalezcas en nuestros trabajos.
Por la promesa de realizar dignamente nuestras tareas diarias, líbranos de caer en el pecado, de la avaricia, de un corazón corrupto. Se tú el solícito guardián de nuestro trabajo, nuestro defensor y fortaleza contra la injusticia y el error.
Seguimos tu ejemplo y buscamos tu auxilio. Socórrenos en todos nuestros esfuerzos, para así poder obtener contigo el descanso eterno en el Cielo. Amén.
Glorioso San José, modelo de cuanto deben trabajar con el sudor de su frente, conseguidme la gracia de considerar el trabajo como expiación, para satisfacer tantos pecados. Hacedme trabajar en conciencia, prefiriendo el fiel cumplimiento de mis deberes a mis inclinaciones caprichosas; haced que trabaje con agradecimiento y alegría, poniendo todo mi empeño y honor en aprovechar y desarrollar, por medio del trabajo, todos los talentos que he recibido de Dios.
Mandadme trabajar con tranquilidad, moderación y paciencia sin que me atemoricen el cansancio y las dificultades. Inspiradme a menudo pensamientos en la muerte y en la cuenta que he de rendir del tiempo perdido, de los talentos malgastados, de las omisiones y de toda vana complacencia en éxitos obtenidos, tan contraria al honor de Dios.
¡Todo según vuestro ejemplo, oh Patriarca San José! Amén.
Acordaos, oh castísimo esposo de la Virgen María y amable protector mío San José, que jamás se ha oído decir que ninguno haya invocado vuestra protección e implorado vuestro auxilio sin haber sido consolado. Lleno, pues, de confianza en vuestro poder, ya que ejercisteis con Jesús el cargo de Padre, vengo a vuestra presencia y me encomiendo a Vos con todo fervor. No desechéis mis súplicas, antes bien acogedlas propicio y dignaos acceder a ellas piadosamente.
Amén.
Oh Glorioso Patriarca San José, heme aquí, postrado de rodillas ante vuestra presencia, para pediros vuestra protección. Desde ya os elijo como a mi padre, protector y guía. Bajo vuestro amparo pongo mi cuerpo y mi alma, propiedad, vida y salud. Aceptadme como hijo vuestro. Preservadme de todos los peligros, asechanzas y lazos del enemigo. Asistidme en todo momento y ante todo en la hora de mi muerte. Amén.
¡Oíd, querido San José, una palabra mía !... Yo me veo abrumada de aflicciones y cruces, y a menudo lloro...
Despedazada bajo el peso de estas cruces, me siento desfallecer, ni tengo fuerzas para levantarme y deseo que mi Bien me llame pronto.
En la tranquilidad, empero, entiendo que no es cosa difícil el morir... pero si el bien vivir. ¿A quién, pues, acudiré sino a Vos, que sois tan bueno y querido, para recibir luz... consuelo… y ayuda?
A Vos, pues, consagro toda mi vida, y en vuestras manos pongo las congojas, las cruces, los intereses de mi alma… de mi familia… de los pecadores… para que, después de una vida tan trabajosa, podamos ir a gozar para siempre con Vos de la bienaventuranza del Paraíso.
Amén.
Jaculatoria: San José, Protector de atribulados y de los moribundos, rogad nosotros. Amén.
San José, casto esposo de la Virgen María intercede para obtenerme el don de la pureza. Tú que, a pesar de tus inseguridades personales supiste aceptar dócilmente el Plan de Dios tan pronto supiste de él, ayúdame a tener esa misma actitud para responder siempre y en todo lugar, a lo que el Señor me pida.
Varón prudente que no te apegas a las seguridades humanas sino que siempre estuviste abierto a responder a lo inesperado obtenme el auxilio del Divino Espíritu para que viva yo también en prudente desasimiento de las seguridades terrenales.
Modelo de celo, de trabajo constante, de fidelidad silenciosa, de paternal solicitud, obténme esas bendiciones, para que pueda crecer cada día más en ellas y así asemejarme día a día al modelo de la plena humanidad: EL SEÑOR JESÚS.
Amén.
¡Oh castísimo esposo de la Virgen María, mi amantísimo protector San José! Todo el que implora vuestra protección experimenta vuestro consuelo. Sed, pues, Vos mi amparo y mi guía.
Pedid al Señor por mí; libradme del pecado, socorredme en las tentaciones y apartadme del mal y del pecado. Consoladme en las enfermedades y aflicciones.
Sean mis pensamientos, palabras y obras fiel trasunto de cuanto os pueda ser acepto y agradable para merecer dignamente vuestro amparo en la vida y en la hora de la muerte.
Amén.
Jaculatoria.-¡Oh glorioso San José! Haced que sea constante en el bien; corregid mis faltas y alcanzadme el perdón de mis pecados. Amén.
¡Glorioso Patriarca San José!, animado de una gran confianza en vuestro gran valimiento, a Vos acudo para que seáis mi protector durante los días de mi destierro en este valle de lágrimas. Vuestra altísima dignidad de Padre putativo de mi amante Jesús hace que nada se os niegue de cuanto pidáis en el cielo.
Sed mi abogado, especialmente en la hora de mi muerte, y alcanzadme la gracia de que mi alma, cuando se desprenda de la carne, vaya a descansar en las manos del Señor.
Amén.
Jaculatoria: Bondadoso San José, Esposo de María, protegednos; defended a la Iglesia y al Sumo Pontífice y amparad a mis parientes, amigos y bienhechores. Amén.
José dulcísimo y Padre amantísimo de mi corazón, a ti te elijo como mi protector en vida y en muerte; y consagro a tu culto este día, en recompensa y satisfacción de los muchos que vanamente he dado al mundo, y a sus vanísimas vanidades. Yo te suplico con todo mi corazón que por tus siete dolores y goces me alcances de tu adoptivo Hijo Jesús y de tu verdadera esposa, María Santísima, la gracia de emplearlos a mucha honra y gloria suya, y en bien y provecho de mi alma.
Alcánzame vivas luces para conocer la gravedad de mis culpas, lágrimas de contrición para llorarlas y detestarlas, propósitos firmes para no cometerlas más, fortaleza para resistir a las tentaciones, perseverancia para seguir el camino de la virtud; particularmente lo que te pido en esta oración (hágase aquí la petición) y una cristiana disposición para morir bien.
Esto es, Santo mío, lo que te suplico; y esto es lo que mediante tu poderosa intercesión, espero alcanzar de mi Dios y Señor, a quien deseo amar y servir, como tú lo amaste y serviste siempre, por siempre, y por una eternidad. Amén.
José dulcísimo y Padre amantísimo de mi corazón, a ti te elijo como mi protector en vida y en muerte; y consagro a tu culto este día, en recompensa y satisfacción de los muchos que vanamente he dado al mundo, y a sus vanísimas vanidades.
Yo te suplico con todo mi corazón que por dolores y goces me alcances de tu adoptivo Hijo Jesús y de tu verdadera esposa, María Santísima, la gracia de emplearlos a mucha honra y gloria suya, y en bien y provecho de mi alma.
Alcánzame vivas luces para conocer la gravedad de mis culpas, lágrimas de contrición, José dulcísimo y Padre amantísimo de mi corazón, a ti te elijo como mi protector en vida y en muerte; y consagro a tu culto este día, en recompensa y satisfacción de los muchos que vanamente he dado al mundo, y a sus vanísimas vanidades.
Yo te suplico con todo mi corazón que por dolores y goces me alcances de tu adoptivo Hijo Jesús y de tu verdadera esposa, María Santísima, la gracia de emplearlos a mucha honra y gloria suya, y en bien y provecho de mi alma.
Alcánzame vivas luces para conocer la gravedad de mis culpas, lágrimas de contrición para llorarlas y detestarlas, propósitos firmes para no cometerlas más, fortaleza para resistir a las tentaciones, perseverancia para seguir el camino de la virtud; particularmente lo que te pido en esta oración y una cristiana disposición para morir bien.
Esto es, Santo mío, lo que te suplico; y esto es lo que mediante tu poderosa intercesión, espero alcanzar de mi Dios y Señor, a quien deseo amar y servir, como tú lo amaste y serviste siempre, por siempre, y por una eternidad.
Amén.
A vos, bienaventurado San José, acudimos en nuestra tribulación, y después de invocar el auxilio de vuestra Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente vuestro patrocinio. Por aquella caridad que con la Inmaculada Virgen María,Madre de Dios, os tuvo unido y, por el paterno amor con que abrazasteis al Niño Jesús, humildemente os suplicamos volváis benigno los ojos a la herencia que con su Sangre adquirió Jesucristo, y con vuestro poder y auxilio socorráis nuestras necesidades.
Proteged, oh providentísimo Custodio de la Sagrada Familia la escogida descendencia de Jesucristo; apartad de nosotros toda mancha de error y corrupción; asistidnos propicio, desde el Cielo, fortísimo libertador nuestro en esta lucha con el poder de las tinieblas y, como en otro tiempo librasteis al Niño Jesús del inminente peligro de su vida, así, ahora, defended la Iglesia Santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y de toda adversidad, y a cada uno de nosotros protegednos con perpetuo patrocinio, para que, a ejemplo vuestro y sostenidos por vuestro auxilio, podamos santamente vivir y piadosamente morir y alcanzaren el Cielo la eterna felicidad.
Amén.